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sábado, 27 de marzo de 2010

Sombrero

Es curioso como algo tan simple como un sombrero puede cambiar no sólo tu imagen sino también tus gestos...

Ayer por la tarde el viento soplaba con bastante fuerza mientras volvía a casa, y al cruzar el río me descubrí sujetándome el sombrero con la mano derecha en un gesto que miles de hombres deben de haber hecho instintivamente antes que yo a lo largo de los siglos.

Hat(*)

De repente, me sentí formando parte de un grabado de los de principios del siglo XX.

(*) En realidad, no estoy seguro de si mi sombrero es una fedora o un trilby. ¿Vosotros qué creéis?

domingo, 8 de noviembre de 2009

Las bicicletas (¡no sólo!) son para el verano

Una de las (muchísimas) diferencias entre España y Austria es el uso que aquí y allí se hace de las bicicletas. En España una bicicleta es, salvando honrosas excepciones que espero que pronto se conviertan en regla, considerada y entendida como un juguete. En Austria (como en la mayor parte de Europa) una bicicleta es un vehículo que toma parte del tráfico rodado.

Es una diferencia importante, puesto que como vehículo, la bicicleta debe atenerse a las normas generales de circulación y es en general respetada como tal por el resto de vehículos.

Unterwegs im Herbst

Ayer sábado, 7 de noviembre, 6 grados, soleado, fuimos a hacer una excursión en bici. Se trata simplemente de llevar, como en la mayoría de ocasiones, la ropa adecuada. Mientras remontábamos el Saalach por el camino de sirga del lado austríaco pensaba yo en lo de "Las bicicletas son para el verano". Creo que si nos quedamos con el sentido más superficial, si nos olvidamos de la película, resume muy bien esta identificación bicicleta == juguete tan hispánica.

Y es que, en mi opinión, no, las bicicletas no sólo son para el verano.

sábado, 8 de agosto de 2009

U

Una imagen, en sí, no es nada. Luz reflejada en distintos objetos, en distintos materiales, que absorben unas u otras regiones del arco iris.

Pero cuando esa luz atraviesa nuestras pupilas para proyectarse, invertida, en nuestra retina, ahí comienza el viaje de la interpretación, la búsqueda del significado. Y este viaje ocurre independientemente dentro de cada uno de nuestros cerebros y es, por lo tanto, de lo más personal y subjetivo que puede haber.

En el largo camino entre las células fotosensibles del fondo ocular y la formación de una imagen mental, de un recuerdo, de una evocación en nuestra conciencia, los impulsos nerviosos deben cruzar, a la velocidad del rayo, miles de millones de conexiones que son así, y no de otra forma, porque eso es justamente lo que nos hace así, como somos, y no de otra manera.

La imagen, las miles de señales eléctricas que atraviesan nuestras neuronas, toma forma en la mente en un proceso cuya complejidad apenas si comenzamos a comprender. Esta imagen, o el modelo que de ella se forma en nuestras neuronas, es comparada con otros cientos de miles de formas, colores, texturas, que hemos ido asociando a lo largo de nuestra vida a sensaciones, emociones, evocaciones, ... significados. Y a pesar de que estos significados tienen mucho que ver con la cultura colectiva que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestras vidas, no dejan de ser algo único y particular de cada individuo.

U01

Un cubo azul, luminoso, en lo alto de un poste, con una letra U blanca sería, en todos los países de habla germana, sinónimo inmediato de algo tan banal como una estación del metro (U-Bahn, en alemán, abreviatura de Untergrundbahn, lit. "ferrocarril subterráneo"). En mis circunstancias actuales, a orillas del Mediterráneo, en la ciudad que me acogió a los 17 años, esta imagen adquiere un significado muy distinto. Esta U indica aquí la entrada de las ambulancias a la clínica des de la que escribo estas líneas.

U02

Hoy, esta U significa para mí la batalla de la que acabo de ser testigo. Una batalla librada contra las malditas células que, por puro azar, por puro egoísmo, deciden tornarse inmortales.

Una batalla, afortunadamente, vencida.

sábado, 7 de marzo de 2009

Pequeñeces (y ii)

(continuación de Pequeñeces (i))

En efecto, cosas pequeñas y hechos insignificantes pueden cambiar nuestras vidas para siempre. Pero aún hay otra pequeñez que, de hecho, nos mantiene vivos.

A todo el mundo le suena que H2O es la fórmula química del agua. Una fórmula química es una forma práctica de contar cuántos átomos de cada elemento forman parte de un compuesto químico. H2O significa que en una molécula de agua hay dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno. El átomo de oxígeno tiene dos enlaces libres (tiene valencia 2) y el de hidrógeno tiene un enlace libre (valencia 1). Un átomo de oxígeno cuyos dos enlaces están ocupados por sendos átomos de hidrógeno forma una molécula de agua.

Podemos imaginarnos un átomo como una bolita y un enlace como un bastoncillo que une dos bolitas. El átomo de oxígeno es una bolita en el centro de la molécula con dos enlaces hacia los lados, cada uno conectado a una bolita algo más pequeña que representa al átoma de hidrógeno. Estos dos enlaces del átomo de oxígeno no están perfectamente alineados, lo cual significaría un ángulo de 180°, sino que forman un ángulo ligeramente obtuso (de exactamente 104.45°). Un hecho aparentemente insignificante. Pero sólo aparentemente.

Sea

La electronegatividad del oxígeno (3.44) es más elevada que la del hidrógeno (2.20), es decir, el átomo de oxígeno atrae electrones con más fuerza que el átomo de hidrógeno.

El ángulo de 104.45° entre los enlaces del átomo de oxígeno significa que un lado de la molécula de agua (donde se encuentra el oxígeno) atrae con más fuerza a los electrones que el otro (el de los hidrógenos). En términos químicos, se dice que la molécula de agua es un dipolo. Una molécula de agua es, en cierto modo, como un diminuto imán, con su polo negativo y su polo positivo.


(Imagen de Wikimedia Commons)

Lo que ocurre es que el lado del oxígeno (el polo negativo) atrae a todos los electrones cercanos, incluyendo a los electrones de los átomos de hidrógeno de otras moléculas de agua. Esto hace que las distintas moléculas de agua estén ligadas entre sí por su naturaleza dipolar. Este tipo de enlace se llama puente de hidrógeno y es más débil que un enlace normal (covalente), como el que mantiene los átomos de una molécula ligados entre sí. Los enlaces por puente de hidrógeno entre las moléculas de agua son responsables de que el agua sea líquida a temperatura ambiente, porque se necesita energía adicional (en forma de calor) para romperlos.

Detengámonos un instante a reflexionar sobre ello. Si el átomo de oxígeno tuviera sus enlaces alienados, la molécula de agua no tendría polo positivo ni polo negativo, porque los átomos de hidrógeno anularían la carga negativa del oxígeno. El punto de ebullición del agua sería mucho más bajo que 100°C. De hecho, sin puentes de hidrógeno, el agua sería vapor a temperatura ambiente.

Imaginemos que todos los átomos de oxígeno alinearan de repente sus enlaces. Casi toda el agua en estado líquido de nuestra planeta se evaporaría al instante. La vida tal y como la conocemos dejaría de existir. En un abrir y cerrar de ojos.

Water

¡Menos mal que existe ese ángulo de 104.45°!

martes, 10 de febrero de 2009

Pequeñeces (i)

Hace una semana, nuestro ordenador empezó a tener achaques: pantallas azules de la muerte, comportamiento aleatorio, etc. Después de investigar durante toda la semana, reinstalar el sistema operativo, ver que seguía fallando, y desesperarme un poco, intentarlo de nuevo, que si quieres arroz catalina, nos dimos cuenta que era un fallo en uno de los módulos de memoria. Así que lo sustituimos por uno nuevo y aquí volvemos a estar, después de una semana sin ordenador.

Pasado todo el fregao, pensaba yo que es curioso como algo tan pequeño como uno de los chips de memoria de un módulo (no más grande que la uña del dedo pulgar) puede tener un impacto tan grande sobre nuestra vida diaria (porque, no nos engañemos, sin ordenador e internete no somos nada).

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Siempre me han fascinado cosas aparentemente pequeñas o hechos insignificantes que, sin embargo, tienen el potencial de cambiar nuestras vidas para siempre, o dirigir la evolución de nuestra sociedad hacia derroteros insospechados.

A principios del otoño de 1872, algunos caballos de la provincia de Ontario, en Canadá, comenzaron a mostrar signos de debilidad: apenas si podían mantenerse en pie, tosían violentamente y no tenían fuerza para arrastrar ningún tipo de carga. Fue el comienzo de la gripe equina de 1872, que se extendió rápidamente por toda la mitad este norteamericana. El Gran Incendio de Boston, en el mismo año, fue tan devastador porque todos los caballos del departamento de bomberos estaban enfermos.

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Esta epidemia fue una de las causas principales del llamado Pánico de 1873, que marcó el inicio de la Larga Depresión, que duraría hasta 1879. Con prácticamente el 100% de los caballos enfermos, la economía sufrió un parón difícil de imaginar: los ferrocarriles dejaron de funcionar, puesto que no había forma de hacer llegar el carbón a las locomotoras. La epidemia forzó a los hombres a arrastrar vagones a mano, los tranvías se detuvieron y los suministros básicos no podían llegar a las ciudades.

Unos años antes, en 1863, uno de los muchos barcos que realizaban la ruta transatlántica trajo un inadvertido polizón en el viaje de vuelta a Europa. La filoxera iniciaba así su extensión por el Viejo Continente, destruyendo a su paso todos los viñedos de Vitis vinifera. En 1877 cruzan por primera vez los Pirineos y llegan a las regiones vinícolas de Cataluña.

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Los agricultores de la vid en Cataluña disfrutaban de los denominados contratos de rabassa morta, es decir, un agricultor tenía derecho a cultivar las tierras mientras las viñas estuvieran vivas. Como las plantas europeas duraban unos 70 años, este contrato se alargaba durante toda la vida del agricultor. Para luchar contra la filoxera, se realizaron injertos de cepas europeas en troncos americanos, naturalmente resistentes al parásito. Estas nuevas plantas tenían una vida mucho más corta, unos 20 años, lo cual dejaba a los agricultores jóvenes sin tierras ni trabajo, prácticamente a la merced de los patrones, que podían alargar o no los contratos agrarios de forma arbitraria.

Los rabassaires catalanes sufrieron un gran descontento y, organizados en sindicatos como la Unió de Rabassaires, fueron uno de los muchos factores que contribuyeron a la victoria electoral del Frente Popular en 1936. Todos sabemos lo que vino después.

A pesar que podemos estar tentados de ver en el virus de la gripe o en la filoxera a los malos de la película, a los causantes directos de tanto sufrimiento, en realidad las tragedias humanas suelen estar causadas por los propios humanos, por nuestras estructuras sociales arcaicas, por nuestra avaricia o por nuestra mezquindad.

(continuará...)

domingo, 1 de febrero de 2009

Encuentros

El verano pasado, cuando estábamos recorriendo la costa nordeste de los Estados Unidos, nos apuntamos a un tour de observación de ballenas en Portland, en el estado de Maine. Yo estaba muy emocionado con la idea, porque había leído muchas veces que el primer encuentro con uno de estos magníficos cetáceos es una experiencia que jamás podrás olvidar: el tiempo se detiene mientras observas sus movimientos, los surtidores de su aliento, sus colas majestuosas sumergiéndose en el océano.

Wharf

Al toparnos con un animal salvaje sentimos una alegría difícil de explicar. Hace poco leí un artículo muy interesante en la Lufthansa Magazin de diciembre, en el que Stefan Nink hablaba de esta curiosa reacción, sobre lo que sucede cuando nos encontramos con un animal salvaje en su hábitat. Escribe Nink: "[...] Este tipo de encuentros nos dejan sin palabras y van a quedar grabados en nuestros recuerdos para siempre. Tal vez porque nos permiten darnos cuenta de qué es lo que hace que el mundo funcione. Porque, por el espacio de un instante, hemos podido vislumbrar algo de nosotros mismos."

El autor continúa identificando la probable causa de tal reacción: "Los psicólogos explican por qué encontrarnos con animales en la naturaleza nos afecta tan profundamente. Los humanos, dicen, cargamos permanentemente con una culpa subconsciente por habernos ido separando del medio natural conforme evolucionamos. Es por eso que sentimos tal alegría al encontrarnos cara a cara y sin esperarlo con un animal. También dicen que una parte de nuestra consciencia reconoce en él a un pariente lejano y antiguo."

Reh Pardal
Igel Contrallum

Yo he tenido la fortuna de encontrarme con bastantes animales salvajes, aunque la mayoría han sido más bien pequeños. Al vivir en un país en el que la naturaleza está ahí tan presente, resulta relativamente fácil toparse con algo, pero no por eso deja de ser una experiencia memorable. Hay algo en observar animales en la naturaleza que me produce el mismo tipo de atracción atávica que observar fuego en un hogar.

Nink termina su artículo de una forma muy bella: "A veces los animales parecen tener algo que los humanos hemos olvidado, parecen saber algo que nadie más conoce, excepto tal vez el viento. A veces sentimos algo de su poder y de su superioridad. Como al mirar a los ojos de un león o de un tigre, o cuando, durante una excursión a pie por los Andes, el cielo se oscurece por un instante cuando la sombra de un cóndor pasa sobre nuestras cabezas. Este tipo de encuentro es como un misterio revelado, y a menudo nos hará sentir como si el dedo de la creación nos hubiera tocado suavemente el hombro. Un encuentro así puede hacernos meditar sobre cómo los humanos tratamos al mundo, y si tal vez no sería un lugar mejor sin nosotros."

LangsamFahren

Aquel día, en Portland, Maine, estábamos preparados para nuestra expedición de observación de ballenas. Levamos amarros, salimos del puerto y nos adentramos en la frías aguas de Casco Bay con una gran emoción. Por desgracia, unos veinte minutos después de zarpar, el capitán decidió que había que dar media vuelta y volver a puerto.

Fog

Había demasiada niebla y no se podría ver absolutamente nada...

domingo, 21 de diciembre de 2008

"¡Que frío!": brown fat y los sentidos logarítmicos


Este no es un post como los demás, sino que se trata de un e-mail que escribí a unos cuantos amigos el 21 de diciembre del 2004, es decir, el primer día del que iba a ser mi primer invierno en Austria. Lo he recuperado (con ligeras adaptaciones y un gráfico añadido) porque el otro día me acordaba de él y pensé que era buena idea publicarlo aquí.

Sólo para evitar confusiones, aclaro que ahora no estamos a -15ºC, sino a +1.1ºC en el momento de escribir estas líneas...



Hola buenas! :)

Hoy es mi último día de curro antes de las vacaciones, y eso se nota. Sobre todo en que no tengo ningunas ganas de hacer nada. Así que voy a dedicar unos minutos a escribir sobre algo a lo vengo dando vueltas desde hace un rato. Además, como voy a pasar unos días sin escribir con tanta asiduidad, voy a dejaros mi particular regalo de Navidad en forma de ida de la pelota... :)

Esto es así que hoy hace mucho frío aquí en Salzburg. Dicen las webs del tiempo, y la radio, que ahora estamos a unos -15°.

Estos días estoy viniendo al curro en autobús (*), porque aparcar en la ciudad es un infierno con todos los mercados de Navidad y tal. Así que paso bastante más rato en la calle, entre esperar el bus en la parada, y luego ir de la parada a la oficina, a casa, etc. En fin, que me expongo al frío durante mucho más tiempo.

Bueno, pues esta mañana (en que al parecer estábamos a unos -18°) yo he salido de casa, he ido hasta la parada del bus, he esperado unos 10 minutos, luego he ido caminando hasta la oficina. Y en ningún momento he pensado "jué qué frío". Tampoco he pensado "leñe, hace mucho más frío que la semana pasada" (la semana pasada estábamos a unos -3°). De hecho, ha sido ahora hace un rato que he mirado la web del tiempo y decía Salzburg -15°. Al principio he pensado que era un error. Luego lo he mirado en otra web, y también decía -15°. Y me ha sorprendido mucho, la verdad.

Yo tengo una teoría al respecto: Hay un umbral de temperatura a partir del cual ya no se puede discriminar. Es lo mismo -5° que -15°: todo es "hace un frío de cojones". Pero luego, pensando un poco más, he recordado algo que habíamos discutido con un amigo y compañero de trabajo hace muchos muchos años: el oído humano tiene una respuesta logarítmica. Esto significa que si pintamos en el eje X la intensidad de la señal del sonido de entrada y en el eje Y la intensidad percibida, nos sale una curva aproximadamente logarítmica (**).



Entonces he pensado que igual mi teoría del umbral de frío era sólo una aproximación al hecho que la percepción del frío tiene también una respuesta logarítmica. ¿Será tal vez que todos los sentidos tienen una respuesta logarítmica? Hala, ¡que interesante! Una búsqueda rápida con el Google me lo ha confirmado: existe algo llamado Ley de Weber-Fechner, y otra un poco más general llamada Ley de Stevens que vienen a decir que sí, que todos los sentidos tienen una respuesta logarítmica.

Interesante, ¿verdad? Al menos es un tema para comentar tomando el café... :)

Pero aún hay más. Como todos sabéis, hay algunos animales que cuando hace mucho frío adoptan la táctica de la hibernación (me gusta mucho la palabra en alemán: Winterschlaf, literalmente "dormir en invierno", o "sueño invernal"). Sus organismos reducen la actividad vital al mínimo, y se preparan para guardar al máximo el calor corporal. Lo que hacen es generar una capa de la llamada brown fat, la grasa marrón.

Por lo visto, hay dos tipos de grasa (tejido adiposo) en los animales: la grasa blanca y la grasa marrón. Esta última tiene unas destacadas propiedades aislantes del frío debido a que contiene pequeñas burbujas de aire.

Bueno, pues parece ser que esto también sucede en los humanos (¡no que hibernen!, aunque no estaría mal, no... ;)). Cuando una persona está sometida a bajas temperaturas su cuerpo genera, en cuestión de pocos días, una capa de grasa marrón aislante del frío. Esta capa se concentra sobre todo en el pecho, la espalda y los hombros.

Claro, entonces ¿qué pasa cuando esta persona, con su capa de grasa marrón aislante, vuelve a casa por Navidad, a su pueblo, en el que las temperaturas son mucho más benignas? Bueno, pues lo más probable es que se muera del calor, especialmente en contraste con los "nativos", que no tienen capa de grasa marrón, o la tienen menos desarrollada. La cosa se vuelve trágica, además, porque la percepción logarítmica de la temperatura juega, en este caso, en contra de la susodicha persona... :D

Hala pues, feliz Navidad a todos, a disfrutar estéis dónde estéis, y
perdonad por este pequeño off-topic... :)

Un abrazo!
Toni :)


(*) Pasados cuatro años, sigo yendo y viniendo del trabajo en autobús, cuando no en bicicleta.

(**) Esto significa, sin entrar en detalles, que si ponemos la música el doble de alta, no la percibimos el doble de alta sino algo menos. Es decir, que la variación del estímulo no se corresponde de forma lineal con la variación de la percepción, sino que dicha correspondencia es logarítmica.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Americanos... os saludamos con alegría...

Durante el vuelo hacia los Estados Unidos, Lufthansa ofrece algunos consejos sobre cómo rellenar el formulario de inmigración
I-94W. Entre otros, se recomienda tratar de escribir los números en la forma usual en Norteamérica (y no a la europea) para evitar posibles malinterpretaciones por parte de los oficiales de inmigración.

The American Way

A pesar de las muchísimas similaridades que saltan a la vista, en especial cuando se compara la costa nordeste y Centroeuropa, hay también unas cuantas cosas que se hacen de forma distinta a cada lado del Atlántico.

Una de las diferencias que más me llamaron la atención es que los norteamericanos hablan. Y mucho. No importa si te conocen o no. Ya sea entablar una conversación con el vecino de mesa que habla raro, u ofrecerse voluntariosos a indicarnos el camino tan pronto tengamos un plano en la mano y miremos alrededor con cara dudosa, o preguntarte sobre tu país de origen, o simplemente enterarse de cuál es tu historia. Se dice que si le pides la hora a un norteamericano ya habrás hecho un nuevo amigo. Y parece ser verdad. No sólo en encantadores pueblecitos en el corazón de parques nacionales sino también en la gran ciudad.

Brooklyn Brewery

Esta característica norteamericana puede resultar algo sorprendente e incómoda para los habitantes del Viejo Continente, donde cada uno tiende a ocuparse de sus propios asuntos, va con cara de perro por la calle y no le importan un pimiento los prójimos a su alrededor. Al principio nos sentimos algo extraños ante los indiscutibles reyes del small talk, pero en seguida reconocimos las ventajas de darle conversación a la gente. Porque gracias a perfectos extraños con ganas de hablarnos estuvimos en lugares que jamás hubiéramos descubierto.

Williamsburg walks

Creo que lo interesante de esta actitud es que suele terminar en win-win situations, en las que ambas partes obtienen algún tipo de beneficio. E incluso una simple conversación amigable, aun cuando no brinde oportunidad alguna para nadie, es también una agradable experiencia. De cualquier modo, esta forma de acercarse a las relaciones sociales permite a los norteamericanos estar siempre abiertos a nuevas oportunidades, a beneficios inesperados, practicando activamente el llamado networking, cuyo principio radica en poner en contacto entre sí a tus conocidos, porque tal vez puedan tener algún interés mutuo, sea cual sea la razón. De esta forma, ponemos el enorme poder de los crecimientos exponenciales de nuestro lado.

Una semana antes de viajar a los Estados Unidos estaba haciendo cola para sacarme la licencia de conducir internacional en el ÖAMTC (la asociación austríaca de automobilistas) de Salzburgo. Una señora mayor delante mío estaba pidiendo información de carreteras para planificar sus vacaciones de verano, y escuché sin querer que estaba preguntando por destinaciones en la costa entre Barcelona y Tarragona. Sonreí para mis adentros y esperé mi turno. Cuando más tarde salí con mi flamante licencia internacional, la señora aún estaba en el aparcamiento, inspeccionando todo el material que había obtenido, y estuve sopesando si acercarme a ella y decirle que soy de Tarragona y viví muchos años en Barcelona y ofrecerle algunos consejos y responder a todas las preguntas que quisiera hacerme. Pero, ¿sabes?, soy bastante tímido y no me siento cómodo entrándole a un extraño en plena calle, así que monté en la bici y me fui sin decirle nada.

Ruhe

Y casi inmediatamente lamenté no haberle dicho nada, porque nada hubiera perdido, ella habría obtenido información de primerísima mano sobre la región y, ¿quién sabe?, tal vez yo también hubiera obtenido algo, aunque fuera tan sólo la satisfacción de haber ayudado a alguien. Pero no.

¿Quizá la próxima vez?

martes, 24 de junio de 2008

Vecchi porti

Hay lugares en el mundo donde resulta más fácil estar en paz consigo mismo. Lugares donde el mar abraza dulcemente a los pueblos que se establecieron, milenios atrás, a su vera. Ciudades antiguas. Puertos viejos. Gentes sabias.

Trieste

Ciudades que, como Trieste, se me antojan mi hogar aunque, hasta este último fin de semana, nunca puse pie en ella. Pueblos que, como Muggia, me arrullan con una serenidad que jamás encontré más al norte, en Centroeuropa.





Edificios antiguos, paredes gastadas, gentes familiares, ventanas rotas, ropa tendida, calles angostas, farolas viejas, todo aquello que echas de menos cuando vives en el país de Pin y Pon, en el que aún buscas de vez en cuando la tramoya que aguanta el decorado...



Barques

Ese encanto de pueblos y ciudades de pasado modesto, cuya historia no está poblada por grandes riquezas que les permitieran renovar sus edificios más significativos cada poco tiempo, permiténdoles conservar un encanto y poseer una autenticidad que las otras, las que se mantuvieron al último grito en tendencias arquitectónicas, terminaron por perder.

Italia

Y sin duda, el Mediterráneo, que una vez más nos da la bienvenida, esta vez desde un nuevo ángulo, pero siempre el mismo, por cuyas aguas tantas veces me dejé acariciar. El mar y todos sus aparejos que, sin hacer el más mínimo esfuerzo, nos dan los mejores retratos del mundo.

Gavina

Moll2

Por cierto, encontré las espigas...

Infància

domingo, 15 de junio de 2008

De la gravedad y la percepción del tiempo

Gracias a internet tenemos hoy en día la posibilidad de conocer a muchas más personas de lo que sin ella ni siquiera podríamos soñar. Conocerlas, asomarnos brevemente a sus vidas o seguir sus pensamientos con interés. En cualquier caso, para todos aquellos que siempre nos hemos sentido más bien raritos, de los que en el recreo no jugabamos al fútbol, de los que a menudo guardábamos un silencio prudente cuando el profesor preguntaba algo en clase, para todos nosotros, internet nos ha hecho conscientes de nuestra reconfortante normalidad, visto lo que corre por ahí...

Desde siempre me ha gustado montarme teorías sobre el porqué de las cosas. Muchas de ellas no pasan de meras patilladas, pero algunas, las más antiguas, las más meditadas, han llegado a alcanzar a mis ojos el estatus sino de verdades irrebatibles, por lo menos de tesis para las que no se conoce contraejemplo alguno que las refute.

Una de mis favoritas es la percepción subjetiva del tiempo, y cómo la mecánica newtoniana nos echa una mano para explicarla. Hace unos días se aludía a lo deprisa que, comparativamente, transcurren la primavera y el verano. Si imaginamos el año como una circunferencia dividida de forma más o menos uniforme en 12 ángulos representando a los 12 meses, suponemos diciembre y enero en la parte superior, la colocamos en posición vertical y finalmente imaginamos el devenir del tiempo como una bolita que recorre dicha circunferencia bajo la acción de la gravedad, resulta fácil comprender por qué la primavera pasa tan rápido (la bolita cae a partir de abril casi en caída libre), por qué el verano también (con toda la inercia de la caída primaveral, se nos acaba el mes de septiembre sin apenas darnos cuenta), por qué el trecho de octubre a enero se hace tan largo (vamos cuesta arriba), y por qué a partir de la mitad del invierno comenzamos a sentirnos otra vez vigorosos (la gravedad que tira de nuevo de nosotros).

RoundYear

Lo curioso del caso es que la percepción de otros períodos de tiempo como la jornada laboral (de las 8 a las 12 vamos cuesta arriba, de las 13 a las 17 vamos cuesta abajo, aunque a veces se da media vuelta, sigo sin tener muy claro el porqué...) o la semana (sábado y domingo están abajo del todo y miércoles arriba) también pueden explicarse perfectamente bajo el punto de vista de la circunferencia vertical y la bolita.

Y yo me pregunto, si estuviéramos en la Luna, donde la gravedad es más débil, ¿dejaríamos de sentir tanta diferencia entre primavera y otoño? O también, quedándonos en la Tierra, ¿se verá afectado el movimiento de la bolita por las mareas?

domingo, 1 de junio de 2008

¡Que llueva!, ¡que llueva!

Las riberas del Mediterráneo son una tierra dura.

Una de las primeras cosas que llaman la atención del expatriado mediterráneo al llegar a Austria es el verdor, ese verde saturadísimo, casi sobrenatural, que de puro brillante provoca dolor a unos ojos acostumbrados a los ocres rojizos de la tierra, al amarillo de la genista y la aliaga, al azul infinito del mar y al verde polvoriento de los olivos.

Al poco tiempo de vivir aquí, uno pronto descubre el porqué de ese verdor: la flora tiene una vida muy fácil en esta tierra, porque la lluvia es frecuente y abundante. Por eso los árboles crecen y crecen hasta convertirse en titanes de 30 y 40 metros de altura. Por eso adentrarse en el bosque fuera de senderos es casi misión imposible en primavera y verano si no se lleva un machete.

Las riberas del Mediterráneo, decía, son una tierra dura. Porque la lluvia es un bien cada día más escaso, además de caer, cuando lo hace, de forma violenta en un margen muy pequeño de tiempo, sobre un suelo seco que, incapaz de absorberla, acaba sufriendo inundaciones en vez de producir cosechas.

flors figuera de moro

Pero la vegetación mediterránea es, como sus gentes, vieja y sabia, y sabe esperar con paciencia, reservando sus energías para esas cuatro gotas de lluvia que caerán, sino hoy, tal vez mañana, o la semana que viene, o el mes que viene. Y cuando esas cuatro gotas caen al fin, saca fuerzas de la nada, lanza raíces para bebérselas ansiosa, echa diminutos brotes que le permitan seguir almacenando esa luz, ese sol, acumulando de nuevo fuerzas para la siguiente sequía.

brotes xiprers

Me fascina la vegetación mediterránea porque se aferra a la vida con ansia desgarradora y sale adelante a pesar de un entorno bien hostil. Me gusta porque me recuerda a sus gentes, a mis gentes, que convirtieron un erial en terreno cultivable a base de sudor, lágrimas, esfuerzo y tesón, bajo un sol implacable que todo lo quema.

pins

La semana pasada estuvimos en Cataluña. Al volver, mis compañeros de oficina me preguntaron, como de costumbre, si habíamos tenido buen tiempo. Y yo les respondí que sí, que nos llovió todos los días y que nos había hecho el mejor tiempo que podía imaginarse. No estoy seguro que comprendieran mi sonrisa ni la alegría que llenó mi corazón al ver mi tierra verde y viva.

rambla

domingo, 30 de marzo de 2008

Marcos

En una de mis escenas favoritas de "El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey" los cuatro hobbits están tomando una pinta en la Posada del Dragón Verde. Mientras escuchan las fanfarronadas de Ted Arenas comparten una mirada de comprensión y una sonrisa triste. Ellos, que han liberado la Tierra Media del Caos y la Oscuridad de Sauron, no sólo tienen que aguantar al fulano, sino que no pueden hablar con nadie sobre lo ocurrido, puesto que nadie iba a entenderlo. Se sienten, al igual que los veteranos o los supervivientes de una guerra, distintos, extraños y terriblemente solos. La vida y las gentes de la Comarca no habían cambiado en lo más mínimo, pero ellos sí habían cambiado. Lo que siempre habían tenido por "normal" había dejado de serlo.

La penúltima vez que estuvimos en España sentimos, por primera vez, algo que creo que debe ser bastante común entre la comunidad de expatriados. Todo nos parecía extraño, poco familiar, desconocido. Nos costaba entender lo que hacía la gente. No sentíamos, en suma, un poco "extranjeros". ¿Por qué hablan todos tan alto? ¿Qué hacen? ¿Cómo aguantan esta música tan estridente en todas partes? Todo ello hechos en las que jamás reparamos cuando vivíamos ahí. Porque eran "normales". Pero ya no lo son.

4

Después de dos o tres días dejamos de sentirnos así, tan solo necesitamos un pequeño "reajuste". Pero la experiencia me hizo darme cuenta de lo mucho que dependemos de nuestras referencias, de nuestros marcos, y de lo poco conscientes que somos de ello.

Lo que consideramos "normal" es algo tan increíblemente frágil, tan dependiente de nuestras experiencias más recientes, que cambia constantemente y apenas si nos damos cuenta. Nuestros marcos están continuamente evolucionando y no nos enteramos. Es por eso que palabras como "normal", "sentido común", "lógico" o "por supuesto", o argumentaciones que se basan en ellas, pueden ser peligrosas. Porque mis marcos no son necesariamente los mismos que los tuyos, tal vez ni siquiera se parecen. Y es mejor que no nos refiramos a un supuesto marco común que, en la práctica, no tiene por qué existir.

Warte

Para terminar, un poco de música. La suite "Estaciones Porteñas", del compositor argentino Ástor Piazzolla, está formada por cuatro movimientos, uno para cada una de las estaciones, como una especie de contrapunto a "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi en clave de tango. Como éstas, cada uno de los tangos evoca a su correspondiente estación. Para mí, "Verano Porteño" es un tango vital y vibrante como una tormenta de nieve, mientras que "Invierno Porteño" está dominado por una melodía lánguida que me recuerda a las horas interminables de una tarde calurosa. ¿Sólo es por culpa de mis marcos de referencia que me parece que los títulos no cuadran con la música? ¿O será tal vez un guiño de Piazzolla desde el Sur a las estaciones en el hemisferio norte?

Pero voy a callarme ahora para dejar hablar al bandoneón del Gran Ástor.



sábado, 16 de febrero de 2008

Los reyes del mambo

Hace un par de semanas que nos decidimos y nos apuntamos a un curso de bailes de salón. La cosa está muy bien, sobre todo porque pasamos un buen rato, y no tenemos aquella sensación de perdedores de pasarnos las noches en el sofá mirando capítulos antiguos de Friends. Ahora vamos tres días a la semana a bailar (lunes, miércoles y viernes) y, tal vez sea por la ilusión inicial, pero estamos muy motivados, con ganas de que llegue la hora.

Aquí van bastante a saco. Me refiero a que en la primera unidad de media hora se aprende el paso básico del baile X, luego en la segunda unidad se aprende alguna figura sencillita (una variación del paso básico, una vuelta de la mujer, una promenade, ...) y en la tercera unidad se aprenden una o dos figuras más y ya se está listo para salir a la pista. En realidad, en los ratos muertos (cuando hay alguna clase que no nos apetece, o los niveles 2 o 3 de algún baile que aún no hemos comenzado) o antes o después del curso se puede practicar en la pista de baile, pedir que pongan alguna música en concreto, en fin...

Claro, con tres unidades de media hora no es que se pueda hacer gran cosa, pero para eso el curso al que estamos apuntados es el "Basic Class Club System" (creo que le llaman así). Cuando los niveles básicos te empiezan a aburrir, para eso están los Tanzkreis 1 hasta 4. Pero ahí de momento no llegamos. Como he dicho, comenzamos hace dos semanas.

Yo no es que me destaque por mi especial gracia ni salero al moverme, aquellos que me conocen pueden dar fe de ello, ni tampoco por mis dotes de coordinación. Es más, tiendo a agobiarme mucho cuando hay otras parejas bailando en la pista y el baile en cuestión es de los que se bailan en círculo (como el vals vienés o el fox-trot). En fin, que no soy ningún Fred Astaire.

El primer baile que aprendimos fue el fox-trot. Psé, no está mal, pero resulta un poco agobiante, sobre todo cuando hay que bailarlo con otras parejas que están mucho más avanzadas que nosotros, porque van mucho más deprisa y nos atropellamos todo el tiempo. Pero la semana pasada, ¡ah!, aprendimos el mambo, nuestro primer baile latino. Con los movimientos laterales de este baile hay que menear un poco la cadera, lo que se llama el movimiento cubano de cadera, flexionando un poco las rodillas. A Mar no le costó nada, le salió de forma natural, a mí un poco más, pero en seguida le pillamos la idea. Pero mirando a nuestro alrededor, el panorama estaba mucho más magro: los nativos parecían tener la cadera soldada al espinazo.

Lo divertido del caso es que nuestros amigos nos dijeron "Claro, ¡es que vosotros lo lleváis en la sangre!" Y no dejaban de repetirnos: "¿Cómo lo conseguís? ¡Hacedlo otra vez!"



Resulta interesante ser, por una vez, los reyes del mambo.

PS: Ayer aprendimos la rumba (creo que es lo mismo que el bolero, al menos aquí en Centroeuropa), y puedo jurar que la señora de la pareja que bailaba a nuestro lado miraba a Mar con envidia mal disimulada.

domingo, 16 de diciembre de 2007

El Origen de Todas las Cosas

Cuando decides irte a vivir a otro país, debes tener muy claro que habrá muchas cosas que vas a echar de menos. Además de a tu familia y a tus amigos, por supuesto, la mayoría de cosas que acabas echando de menos te sorprenden, porque son más bien triviales, como los kikos, la música de la máquina tragaperras en un bar o los ceniceros con agua, y porque en muchos casos te das cuenta de lo que echas de menos cuando vuelves a verlo.

También hay cosas que sabes de antemano que echarás de menos. Antes de mudarnos a Austria le dije a un austríaco que una de las cosas que más iba a echar de menos era el mar. Me miró extrañado, y me dijo que no me preocupara, que aquí había muchos lagos a los que ir a nadar en verano. Claro. Genial. No son las actividades que uno puede hacer en el mar lo que me falta. Echo de menos el mar. Así, a secas. Pero no lo entienden. Tal vez no puedan entenderlo.



Por suerte sé que no estoy solo. Sé que alguien me entiende. Porque veo comprensión en los ojos azules de mi amigo K, en los que se adivina el reflejo del Mar del Norte ante la proa de su Phaleron. Porque veo comprensión en la sonrisa socarrona de una chica de Suecia, que se preguntaba cuál era la gracia que le encuentran los alemanes que se compran un barquito para dar vueltas a un lago.



Pero, ¿qué tiene el mar para que los que hemos crecido a su orilla lo echemos de menos de esta forma? ¿Por qué nos atrae el mar?

Mi madre siempre ha dicho que necesita tener el mar cerca porque representa una vía de escape. Porque sabiendo que el mar está ahí no se siente atrapada en tierra firme. Puede ser que haya algo de eso, aunque me parece que hay algo aun más profundo.



Porque el mar es el origen de todo. El mar nos dio la vida hace millones de años, y nos mantiene con vida desde entonces. Es el mar el que nos da el pan. Cuando estoy mirando al mar, me maravillo de su belleza, y podría pasar horas y horas observándolo, escuchando las olas romper en el acantilado, dejándome llenar por el olor a salitre y sal, respetando su poder infinito. Cuando estoy mirando al mar pienso que justo ahí, ante mí, comenzó todo. Y ver que sigue ahí, después de tanto tiempo, me da una sensación de calidez y seguridad muy parecida a la que se siente al volver al hogar. Porque, creo, el mar es en realidad nuestro hogar.



Vivo lejos del mar. Por suerte, sé que está ahí, y sólo necesito cerrar los ojos para ver los colores, para escuchar las olas soltando sus blancas cabelleras antes de morir en la arena de la playa con un murmullo.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Brot + Spiele

El pasado verano, durante el Festival de Salzburgo, aparecieron por toda la ciudad, en semáforos, portales y paradas de autobús, pegatinas que simulaban el logo del Festival pero cambiaban el Salzburger Festspiele del original por las palabras Salzburger Brot+Spiele (pan y circo). Al principio no entendí de qué iba, pero Mar me explicó que "pan y circo" se utilizaba en el Bajo Imperio Romano para referirse al hecho que asegurar abundante comida y entretenimientos para el pueblo es una manera muy eficaz de evitar que éste se cuestione la política de sus gobernantes. Las pegatinas aludían al hecho que la política de la ciudad de Salzburgo está exageradamente dominada por un único evento (el Festival), del cual la gente de la calle saca más bien poco provecho, pero que consume muchos recursos que bien podrían ser redirigidos a temas más importantes como la vivienda o los asuntos sociales.



Me pone triste oír a la gente diciendo que las Humanidades no sirven para nada, que para qué tenemos que aguantar el tostón. Porque creo que tener algo de cultura general, saber sobre nuestro mundo, sobre nuestra Historia, nos permite acercarnos un poco más a la respuesta al quién somos, por qué estamos aquí y adónde vamos. Vivimos en una sociedad que aprecia el conocimiento técnico por encima de todo, como si fuera lo único importante. Las ciencias son buenas y necesarias, todo el mundo debería saber algo sobre s = 2πr y F = ma, pero de la misma manera todo el mundo debería saber quiénes fueron Platón, Cervantes, Leonardo, Descartes, y por qué son importantes. Porque este tipo de conocimiento nos hace más robustos ante vendedores de humo, ante la injusticia, ante actos arbitrarios. Porque la Cultura es como una antorcha, que ilumina la noche oscura, que nos permite encender un fuego para mantenernos calientes mientras ahí afuera el frío corta el aire...



Y pienso que uno debe ser curioso, siempre mantener la avidez por aprender. Supongo que se trata de no perder la curiosidad infantil, siempre preguntando el porqué, siempre queriendo saber más. A veces mis amigos austríacos alucinan porque sé cosas sobre Austria, o sobre Salzburgo, que ellos no sabían. Y yo no creo que haya nada especial en ello, es simplemente que aún siento mucha curiosidad hacia el mundo que me rodea.



En realidad debo agradecer a mis padres la semilla de esta curiosidad, aunque tal vez ellos no lo hicieran de forma consciente. Siempre me ha gustado mucho leer, y suelo leer en la cama antes de dormir (¡normalmente acabo durmiéndome encima del libro! :)). Cuando tenia 12 años, vivíamos en un piso muy pequeño donde no había mucho espacio para guardar cosas. Mis padres decidieron comprar una enciclopedia, y el único espacio libre que quedaba era en mi habitación, en la cabecera de mi cama. Cuando me iba a dormir y no tenía ningún libro para leer (lo cual sucedía a menudo), cogía un tomo cualquiera de la enciclopedia, lo abría por una página al azar y leía la primera entrada que me llamara la atención. Algunas eran aburridas, pero otras eran realmente interesantes, y saltaba a otro tomo para buscar otro concepto relacionado, y de ahí a otro, y a otro. Era como entrar en una Biblioteca antes de dormirse, aprendiendo algo nuevo cada noche. A veces mi “investigación” duraba más de una hora y a la mañana siguiente no me aguantaba de sueño, pero estoy convencido que valía la pena. Creo que con aquella enciclopedia mis padres me hicieron, tal vez sin saberlo, uno de los mejores regalos que jamás haya recibido.



Estoy contento de no haber perdido la curiosidad, el ansia por aprender. Y ahora, con las posibilidades exponenciales que la Red pone en nuestras manos, mis “investigaciones” han adoptado una nueva dimensión: Google y Wikipedia se han convertido en dos de mis mejores amigos. Porque, gracias a la Red, sólo nos separa un clic del siguiente descubrimiento, un solo clic para entrar a una nueva sala de la Biblioteca.

Un nuevo mundo de conocimiento nos está esperando a un solo clic de distancia. ¿Vamos a dejar escapar la oportunidad?

PS: Nuestra conexión a Internet aún no funciona. Parece que se ha resfriado, y ya se sabe que con este frío los resfriados son difíciles de curar. ¡No poder buscar respuestas a las múltiples preguntas que se acumulan en mi cabeza me está volviendo loco!