domingo, 28 de noviembre de 2010

Tesoros fotográficos

“Digital macht alles kaputt!”, se quejaba la señora desde el otro lado del mostrador, con la mezcla de tristeza y enfado del que sabe que se enfrenta a un rival que le supera tan largamente que lo único razonable es resignarse y esperar el final.

La tienda en cuestión, Foto Bahnhof, al lado de la estación del tren, es una de las últimas tiendas de fotografía que quedan en Salzburgo. Después de responderme que, por desgracia, ya no tenían nada de lo que yo había ido a buscar, le pregunté si ella sabía tal vez de otros establecimientos en la ciudad en dónde aún pudiera encontrarlo. Negando con la cabeza, me hizo una relación de todas las tiendas que ya no existían. La última de ellas, Foto Mayrhofer, cerca del Schranne, cerró definitivamente pocos meses atrás, después de la jubilación de su propietario. Ante mí se encontraba uno de los últimos miembros de una especie casi ya del todo extinguida. La limpia mirada azul celeste de la señora se ensombreció por un instante, al darse cuenta de que yo había comprendido el amargo consecuente del silogismo que no terminó de formular.

El advenimiento de la fotografía digital, que llegó al gran público a mediados de los 90 (del siglo XX), supuso la gota que terminó de llenar el vaso de la democratización de la fotografía. A lo largo del siglo XX la fotografía fue tendiendo cada vez más hacia el ideal del point & shoot, refinando el automatismo hasta el extremo que las únicas acciones que quedaran para al usuario fueran el encuadre y el disparo.

Mug

Las ventajas de una cámara digital frente a una cámara de película pueden resumirse en tres: la inmediatez, el bajo coste de operación y la capacidad de almacenaje y compresión. Inmediatez en la revisión de la foto, que aparece en una pantalla más o menos grande, con más o menos píxeles o colores, pocos instantes después de haber disparado. Bajo coste porque la acción de abrir y cerrar el obturador tiene un coste que tiende rápidamente a cero. Compresión porque, gracias a ingeniosos algoritmos, los datos ópticos que capta el sensor ocupan una ínfima parte de la capacidad total de almacenaje del aparato, lo que resulta en una autonomía de operación más que considerable.

Fernsehturm

La innovación tecnológica tiene innumerables aspectos positivos, pero su lógica implacable deja en la cuneta sin ninguna compasión a tecnologías anteriores, en algunos casos venerables, que dejan de tener sentido, o simplemente de ser rentables, a la luz de la recién llegada. Todos conocemos ejemplos de ello: el CD dejó obsoleta a la cinta de casete, aunque ya hay fecha de caducidad para la existencia del primero, cuyos acordes finales comienzan a oírse ya bajo la batuta de otros formatos digitales como el MP3 o el OGG. Los sensores digitales aplicados a la fotografía han relegado igualmente a las cámaras basadas en película fotosensible a meras piezas de museo, en el mejor de los casos, o a trasto viejo con el que no se sabe qué hacer.

Christmas Engine

Pero hay tecnologías y tecnologías, y cuando, como en el caso de la fotografía, una tecnología se utiliza como apoyo para la expresión artística, pienso que es saludable renunciar de vez en cuando a los varios automatismos y ventajas que puedan existir porque la creatividad y el ingenio funcionan a menudo de forma mucho más brillante cuando los problemas a resolver en primera línea son las limitaciones técnicas. Creo que la creatividad artística necesita de nuevos retos constantemente, para no caer en la rutina y el aburrimiento.

Sky

Todo este largo preámbulo para terminar hablando del nuevo territorio que estoy comenzando a tantear, bastante a ciegas, ¿por qué negarlo?, pero con gran ilusión. Uno de los tesoros fotográficos que nos trajimos de Nueva York el año pasado fue la nueva cámara de juguete de Marona, la Diana Mini, fabricada por Lomography, que utiliza carretes de 35mm y que, a juzgar por la filosofía del movimiento lomográfico, no prima la calidad de las fotografías sino más bien su dinamismo y las variadas distorsiones que produce su lente de plástico. Todas las fotografías que he intercalado hasta ahora en este post han sido tomadas con la Diana Mini.

Diana Mini

El segundo tesoro fotográfico, traído esta vez de Barcelona, es una cámara que nos prestó la madre de Marona, una Kodak Retinette 1A que, a juzgar por el número de serie, fue fabricada entre 1963 y 1966, y que hemos hecho arreglar y ajustar. El mecanismo, a pesar de tener casi 50 años a sus espaldas, funciona con una finura y una suavidad que ya quisieran para sí muchas cámaras actuales.

Kodak Retinette 1A

La Retinette te hace pensar de verdad: desde la distancia al sujeto, que hay que medir a ojo y ajustar en la lente sin posibilidad de confirmación, hasta la exposición que, a no ser que se disponga de un fotómetro (no es el caso, aún), hay que estimar echando mano de viejos trucos o del ojo fotográfico que se comenzó a formar cuando decidimos medir la exposición de forma manual también con las cámaras digitales. Aún no he terminado de exponer el primer carrete con la Retinette, pero aprovecho todas las oportunidades que puedo para utilizarla...

First Advent Sunday!
(esta foto, que me encanta, me la hizo Marona, ¡más guapa!)

En fin, que es un paso más del volver a los orígenes, del volver a la simplicidad, del que ya hablé con anterioridad, también en contexto fotográfico. Un volver a los orígenes que me gusta porque tengo la sensación de estar haciendo fotografía de verdad. ¿Tal vez sea vanidad? ¿Tal vez sea querer distanciarme de la manada? No lo sé... Aunque el motivo por el que fui a consultar a Foto Bahnhof, pedir consejo sobre cámaras réflex de objetivos gemelos de segunda mano, tal vez sí que me puede dar una pista de que lo que me gusta, en realidad, es que la gente me mire con cara de haber visto a la Virgen de Lourdes cuando saco cámaras sin pantalla trasera de sus venerables estuches de cuero y me pongo a fotografiar con ellas.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Navidad

Los norteamericanos tienen una norma no escrita: la temporada de Navidad no comienza oficialmente hasta el día después de Acción de Gracias, llamado Black Friday (viernes negro) en los Estados Unidos. En Europa no tenemos un disparo de salida tan claro, en ocasiones puedes empezar a ver motivos navideños en los escaparates a finales de septiembre, cuando el verano aún puede dar algún que otro coletazo.

El día después de Acción de Gracias del año pasado estábamos en Nueva York. Aún no recuperados del todo del jet-lag, nos despertábamos muy muy pronto cada día e íbamos a explorar la ciudad a unas horas en las que apenas se veía un alma por las calles, lo que les daba un aspecto algo inquietante.

Entramos en Kossar's Bialys en Grand Street, en el Lower East Side. Ahí, tomándonos un café con leche y comiendo un bagel delicioso en el tipo de local de aspecto cutrísimo que, sin poder estar más alejado de los sillones de color violeta de una conocida franquicia de cafeterías, hacen de Nueva York una ciudad interesante, excitante y en la que merece la pena vivir, observamos a la ciudad despertarse perezosa al sonido de la primera canción de Navidad.



Kossar's Bialys

domingo, 14 de noviembre de 2010

Timidez

El otoño va acercándose a su zenit, los días se acortan a marchas forzadas y la naturaleza, como la gente, se prepara para el invierno.

Los árboles, que hasta ahora han estado regalándonos sus más bellos colores, quietos y silenciosos se van desnudando de sus hojas.

Tree & Cobblestone

Aunque algunos, tímidos, se resistan a ello.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Fern-Weh

Fern-Weh

domingo, 24 de octubre de 2010

Abstract 220°

Abstract 220°

sábado, 9 de octubre de 2010

BWV 1010

domingo, 3 de octubre de 2010

Photo Walk

Ayer fui solo a dar un paseo fotográfico.

Estuve escuchando a mi acordeonista favorito bajo los arcos de la catedral...

Inspiring

Estuve espiando relajantes rincones, decorados con calabazas...

Zierkürbis

Me vi a mi mismo en el futuro en un flash-forward inesperado...

Photographer

Descubrí que la paz y la calma del otoño le pueden a la amenaza del alambre de espinos...

Autumn Barbed Wire

Pero ante todo, estuve pasándomelo pipa con nuestro nuevo juguete...

New Toy

domingo, 26 de septiembre de 2010

En la zona musical

Esta semana he conseguido algo que jamás había podido hacer: ir en bicicleta al trabajo cinco días seguidos, de lunes a viernes. No sólo es raro que el buen tiempo dure tanto y nos permita estos excesos, también es muy inusual que haya sido capaz de superar las miles de excusas que cada día por la mañana tengo a mi disposición para decidirme por el bus.

El camino sigue el curso del río Salzach. La mayor parte del trayecto transcurre en el camino para bicicletas, que no es más que un antiguo camino de sirga reconvertido, antaño transitado por caballos y bueyes que arrastraban río arriba las barcazas que, después de alcanzar las minas de sal de Hallein, volverían río abajo cargadas de la sal que dio a Salzburgo su nombre (“castillo de la sal”) y propició la inconmensurable riqueza de sus príncipes arzobispos.

El trayecto hasta la oficina tiene unos 17km y empleo en recorrerlo algo menos de una hora (no voy muy deprisa, la verdad). Los primeros dos días, en especial el martes por la mañana, fueron bastante duros, porque tuve viento de cara y aún arrastraba algo de cansancio de la excursión por la montaña que hicimos el domingo. También me obsesioné bastante con el cuentakilómetros, intentando no empeorar demasiado las estadísticas. Pero a partir del miércoles traté de ignorar el aparatejo y disfrutar del viaje.

Durante estos años de ir a la oficina en bicicleta a menudo, me he dado cuenta que hay una especie de estar “en la zona” en sentido físico, un delicado y maravilloso equilibrio de fuerzas entre las piernas y la resistencia del aire, del suelo y de la gravedad (por la pendiente). El truco está en hacer justo la mínima fuerza para mantener el ritmo del pedaleo, pero no más. Y si se mantiene este ritmo de forma ininterrumpida, cambiando de marcha cuando sea necesario, puedes recorrer kilómetros y kilómetros sin apenas darte cuenta.

Bicycle Ride

Lo divertido es que este estar “en la zona” también ocurre en la mente. Por lo menos, cuando llevo un rato manteniendo el mismo ritmo, equilibradas las fuerzas, mi mente se deja hipnotizar por el movimiento rítmico de las piernas, que se traslada a todo el cuerpo, y de ahí a la mente, hasta el punto que dejo de pensar conscientemente en mover las piernas, en llevar la bicicleta, y mi mente hace excursiones inconscientes a otros lugares.

En este estado mental, de forma invariable, la música hace acto de presencia. Supongo que el pedaleo rítmico actúa como un fabuloso metrónomo difícil de ignorar. Y no es que piense de manera consciente: Voy a cantar “La tuna compostelana”. Canciones y melodías aparecen en mi mente sin previo aviso. Vienen y se van, sin avisar, a veces pasando de unas a otras mediante vistosos arreglos que de bien seguro sería incapaz de hacer de forma consciente.

Esta es una selección de la música que me ha venido a la mente durante los trayectos en bicicleta de esta semana. Curiosamente, Johann Sebastian Bach parece estar firmemente anclado en mi cerebro:

  • Preludio de la Suite para violonchelo nº 1, BWV 1007, de J. S. Bach

  • Variación 1, Variaciones Goldberg, BWV 988, de J. S. Bach

  • Sinfonía nº 2, BWV 788, de J. S. Bach (escuchar)

  • Gabriel's Oboe, banda sonora de la película “La Misión”, de E. Morricone

  • Otra obra para dos violines de J. S. Bach (¡creo!) que puedo cantar pero aún no he averiguado cómo se llama Segundo movimiento (Largo) del Concierto para 2 violines, cuerdas y bajo continuo en re menor, BWV 1043, de J. S. Bach (escuchar)



Pero, sin ninguna duda, el ganador de esta semana ha sido el Preludio de la Suite para laúd nº 4, BWV 1006, de J. S. Bach. ¡Disfrutad!

lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Arco circumcenital?

El trozo de (¿presunto?) arco circumcenital que me ha acompañado en el camino de vuelta a casa en bici, por la orilla derecha del Salzach, entre Rehhof y Urstein. ¡Lástima de no haber tenido una cámara a mano!

(EDITADO el domingo, 26 de septiembre de 2010)
Ni el martes ni el miércoles hubo suerte, pero el jueves pasado, 23 de septiembre, el presunto arco circumcenital volvía a estar ahí, y esta vez no me pilló desprevenido :) Se trata de dos arco iris con las bandas de colores en vertical, a unos 20-30° a ambos lados del sol. A continuación algunas fotos del fenómeno.

Rainbow 02 Rainbow 01

Rainbow 03

¿Alguien sabe lo que es? Creo que no es un arco circumcenital... ¿Tal vez un parhelio?

domingo, 19 de septiembre de 2010

BWV 847

domingo, 15 de agosto de 2010

Ferragosto

martes, 27 de julio de 2010

En el 40

(Domingo, 25 de julio de 2010, sobre las 21:30) El niño pequeño que, muerto de sueño, recostaba la cabeza en el regazo de su hermana mayor, bajo la atenta y cansada mirada de su madre, en el bus número 40, cerca del Parc de la Ciutadella, en Barcelona.

(esta es una nueva sección, "fotos que no disparé", en la que voy a describir fotografías que vi pero, por un motivo u otro, no tomé; la inspiración para esta sección viene de www.unphotographable.com)

sábado, 17 de julio de 2010

Brisa mediterránea

martes, 13 de julio de 2010

Manhattanhenge


Sol naciente en el solsticio de verano en Stonehenge
(fotografía de Andrew Dunn, 21 de junio 2005)


Dos veces al año los rayos del sol poniente se alinean perfectamente con la dirección este-oeste en la cuadrícula de calles de Manhattan. Este bello fenómeno fue bautizado Manhattanhenge, en referencia a la alineación de la salida del sol en el solsticio de verano en Stonehenge, por Neil deGrasse Tyson, astro-físico del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.

Hoy se podrá observar el segundo y último Manhattanhenge de 2010. Podéis ver imágenes del fenómeno en flickr.

Tal vez alguna día pueda publicar mis propias fotos...

domingo, 4 de julio de 2010

Farolillos naturales

Nature's Chinese Lanterns

domingo, 27 de junio de 2010

Pennsylvania

En noviembre del año pasado íbamos paseando por la calle 34 de Manhattan, poco después de haber realizado nuestra segunda contribución económica a la reconstrucción del Templo de Salomón. Era el día de Acción de Gracias y, con las calles y avenidas aún cortadas al tráfico por el desfile de Macy's, el espectáculo era realmente singular, por unos pocos minutos los peatones recuperando el espacio que durante todo el año pertenece exclusivamente a los conductores.

Reclaim the streets

Al llegar a la Séptima Avenida, miré hacia el sur y vi cuatro banderas al contraluz del sol y, sin pensarlo dos veces, estrené el objetivo de 50mm (por tercera vez, por cierto...). Me gusta la foto porque el fondo relativamente oscuro hace contrastar aún más las banderas iluminadas por el sol desde atrás. El mismo efecto se produce a menudo en el bosque, cuando el sol ilumina las hojas de los árboles de forma que parecen emitir luz propia.

Hotel Pennsylvania

Las cuatro banderas pertenecen, como puede verse, al Hotel Pennsylvania. Mucho más tarde me enteré de que, sin tener ni idea, le había tomando una foto a uno de los muchos monumentos anónimos que pueblan la ciudad de Nueva York.

El Café Rouge del Hotel Pennsylvania acogió numerosas actuaciones en directo de las más famosas Big Band de los años 40 y 50, como los Dorsey Brothers, Count Basie, Duke Ellington y la Glenn Miller Orchestra.

El Hotel Pennsylvania también presume de poseer el número de teléfono más antiguo de la ciudad de Nueva York aún en uso: el +1 (212) 736-5000, que marcado desde la ciudad se limita a 736-5000 o, utilizando el código de letras habitual en los Estados Unidos, 7=P y 3=E, el PE-6-5000, por PEnnsylvania-6-5000. Ahí es justamente donde Finegan, Grey y Sigman se inspiraron para la famosa canción, que popularizaron las Andrews Sisters y el mismo Glenn Miller.



Hace poco he leído que el Hotel Pennsylvania tiene los días contados: parece que sus propietarios, la compañía inmobiliaria Vornado, quieren demoler el edificio, que tiene poco más de 20 plantas, para construir un bloque de oficinas de 67 pisos. Está claro que en el centro de Manhattan ni siquiera los monumentos están a salvo de la voracidad del mercado inmobiliario...

viernes, 11 de junio de 2010

Buscando el agua desesperadamente



Tomateras time-lapse

sábado, 15 de mayo de 2010

Chianti

domingo, 9 de mayo de 2010

Der Garten an der Salzach

Si pasas por la parada de autobús de Ferdinand-Hanusch-Platz tal vez puedas verlos ahí, sentados en los cuatro asientos metálicos que son su territorio exclusivo. O quizás los veas entrando en el supermercado de la acera de enfrente, para gastarse las pocas monedas que han conseguido Dios sabe dónde. Su compra suele limitarse, desgraciadamente, a latas de cerveza, la primera de las cuales abrirán sin excepción antes de cruzar el primero de los dos semáforos que tienen que cruzar para volver a la parada del autobús.

Ahí están casi siempre, a veces silenciosos y melancólicos, en ocasiones ruidosos y vociferantes, pero siempre mudos testigos del otro lado, del lado oscuro de la sociedad, que cada día nos recuerdan aquello que bien pudiera ocurrirle a cualquiera de nosotros, en uno de esos reveses que la vida, siempre generosa en sorpresas, nos depara. Un destino cada vez más común y ante el cual tendemos a mirar hacia otro lado, o peor aún, a echarles la culpa de su infortunio a ellos, que son el eslabón más débil de una sociedad de la cual todos formamos parte y de cuyo buen funcionamiento, al fin y al cabo, todos tenemos que rendir cuentas.

Herr G es uno de ellos. Su día consiste en dejar pasar las horas entre la parada de autobús y los veinte metros y dos semáforos que la separan del supermercado, hacer valer su derecho a uno de los cuatro asientos metálicos y observar con mirada extraviada a los transeúntes o a la gente que espera nerviosa a su autobús. Por las mañanas se lo puede ver a la otra orilla del río, empujando un viejo y oxidado carrito de la compra en el que amontona todas sus pertenencias, y del que raramente se separa más de unos metros. Con cuidado, silenciosamente, cuando la ciudad aún se está despertando, Herr G aparca su carrito en un recodo del paso de bicicletas bajo el puente y, si el tiempo acompaña, se sienta en uno de los bancos cercanos que, en definitiva, son lo más parecido a un hogar que tiene.

garten01

Porque Herr G sabe que todo hogar que se precie tiene que tener un jardín, y por eso ha adoptado dos pequeños parterres enfrente de los bancos para plantar algunas flores, distribuir piedrecitas en figuras geométricas, alinear piñas, alojar un par de enanitos de jardín e incluso plantar un molinillo de viento. Herr G se sienta en su banco y observa los alegres colores del molinillo al girar y sonríe para sus adentros antes de levantarse e ir a pasar la mañana a la parada de autobús de Ferdinand-Hanusch-Platz.

garten02

Más tarde, Herr G se sentará de nuevo en su banco y dejará que el sol de mediodía caliente sus viejos huesos, sin perder detalle de las evoluciones de dos adolescentes en sus bicicletas, preparado para echarlos a voces en caso que se acerquen demasiado a su jardín. Luego, Herr G cerrará los ojos de nuevo y echará una cabezada.

herr gaertner

sábado, 10 de abril de 2010

Yüzüklerin Efendisi

Yüzüklerin Efendisi

El contexto lo es todo.

lunes, 29 de marzo de 2010

A New Yorker is someone who longs for New York (*)

The Other Side

(*) "Neoyorquino es aquel que siente nostalgia por Nueva York", leído en Jeremiah's Vanishing New York

sábado, 27 de marzo de 2010

Sombrero

Es curioso como algo tan simple como un sombrero puede cambiar no sólo tu imagen sino también tus gestos...

Ayer por la tarde el viento soplaba con bastante fuerza mientras volvía a casa, y al cruzar el río me descubrí sujetándome el sombrero con la mano derecha en un gesto que miles de hombres deben de haber hecho instintivamente antes que yo a lo largo de los siglos.

Hat(*)

De repente, me sentí formando parte de un grabado de los de principios del siglo XX.

(*) En realidad, no estoy seguro de si mi sombrero es una fedora o un trilby. ¿Vosotros qué creéis?

domingo, 28 de febrero de 2010

La máquina del tiempo

Penny-Farthing (like yore)

A veces no es necesaria una máquina del tiempo para viajar al pasado. No hace falta correr el riesgo de desagradables encuentros con hambrientos morlocks o de quedar atrapado en el interior de una montaña.

A veces tan sólo es necesario ir a dar un paseo por la orilla del río.

miércoles, 3 de febrero de 2010

The Day the Music Died

El 3 de febrero de 1959, hace 51 años, una avioneta se estrelló cerca de Clear Lake, Iowa. Ese día, un solitario maizal fue el único testigo de la muerte de tres leyendas del rock and roll: Buddy Holly, Ritchie Valens y J. P. "The Big Bopper" Richardson. Más tarde, hubo quien lloró su pérdida llamándolos Father, Son y Holy Ghost.

El momento en que Holly, Valens y The Big Bopper "tomaron el último tren hacia la costa" marca el final de una época en los Estados Unidos, una época de gran esperanza en el futuro, distinguida por un sentimiento de que todo era posible y estaba al alcance de la mano, una época de optimismo ilimitado e inocente (incluso tal vez infantil), una época que comenzó con la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y que pronto iba a ser barrida del mapa por los primeros latigazos serios de la Guerra Fría.

Cada vez que escucho música de esa época, o que veo American Graffiti, siento algo bastante parecido a la nostalgia por un tiempo que ya pasó.


Buddy Holly - Everyday


Ritchie Valens - Donna


The Big Bopper - Chantilly Lace

¿Es posible echar de menos algo que jamás se ha conocido?

martes, 2 de febrero de 2010

El día de la marmota

Hoy es el día de la marmota.

Como parte interesada, desde este blog celebramos esta bella tradición, importada a Norteamérica desde Centroeuropa, donde se ha perdido, y estamos ansiosos por saber cuál es el vaticinio que Phil y sus semejantes nos proporcionan para este año: ¿tendremos una pronta entrada de la primavera o nos quedan aún 6 semanas de invierno?

viernes, 22 de enero de 2010

Sobre Goldberg, Tureck y Gould

No suelo escuchar música en la oficina, pero estos primeros días del 2010, al estar escribiendo un artículo, necesitaba aislarme un poco de las conversaciones, en vivo y telefónicas, de mis compañeros. Al principio comencé escuchando jazz pero uno de estos días Mar me dijo que estando en la biblioteca había visto un CD con las Variaciones Goldberg de J. S. Bach y que lo había cogido para escucharlo en casa. Y yo pensé: "Bach, ¡qué gran idea!", puesto que soy de la opinión que pocas músicas hay más indicadas para concentrarse que el contrapunto barroco. Así que, ni corto ni perezoso, busqué algún vídeo en internet con las Variaciones Goldberg, y así fue como me topé por primera vez con Glenn Gould...

Las Variaciones Goldberg (BWV 988)(*) para teclado fueron publicadas en 1741 y toman su nombre del virtuoso clavecinista Johannes Gottlieb Goldberg que fue, seguramente, su primer intérprete. La obra consta de un aria, 30 variaciones y una repetición del aria inicial. A continuación la delicada sutileza del aria y algo más abajo la polifónica brillantez de la primera variación.

Goldberg Variations - Aria


El intérprete de estas dos grabaciones es Glenn Gould, pianista canadiense al que muchos consideran el mejor pianista clásico del siglo XX, y uno de los más grandes intérpretes de la obra de J. S. Bach. Gould fue todo un personaje. Nació, vivió y murió en Toronto entre 1932 y 1982. Tenía una forma peculiarísima de tocar el piano, desde muy abajo, de forma que sus ojos quedaban tan sólo unos pocos centímetros por encima del teclado, para lo cual utilizó durante toda su vida una silla especial, construida por su padre. Gould movía sus brazos y su cuerpo exageradamente al tocar, balanceando su torso casi siempre en el sentido de las agujas del reloj. También tenía la costumbre de canturrear todo lo que estaba tocando, algo que dio más de un quebradero de cabeza a los ingenieros de grabación durante sus numerosas sesiones de estudio. De hecho, se le puede escuchar perfectamente en muchas de sus grabaciones.

Gould rehuía el contacto físico con otras personas, y siempre vestía abrigo, bufanda y guantes, independientemente del tiempo, del lugar y de la estación del año. Antes de comenzar a tocar en el estudio sumergía las manos y los antebrazos durante 20 minutos en agua muy caliente. Apenas si dio conciertos, puesto que los consideraba una especie de pista de deportes, más centrada en la competitividad que en la calidad de la interpretación. Gould siempre prefirió el control y la intimidad del estudio de grabación.

Goldberg Variations - Variatio 1.


Gould poseía una velocidad y una técnica impresionantes, que le permitían prescindir a menudo de técnicas convencionales, como el pedal de sostenido, y articular de forma precisa el complejo entretejido polifónico de las obras de Bach. Gould era capaz de tocar a velocidades de vértigo y, aún así, mantener la claridad y la distinción de cada nota. A pesar que su repertorio cubría a todos los grandes compositores, Gould jamás ocultó su rechazo hacia compositores románticos como Liszt o Chopin, e incluso encontraba una intolerable superficialidad teatral en el Mozart más tardío.

Glenn Gould fue una figura excepcional en el panorama del piano clásico (**). La única influencia que aceptó públicamente haber recibido de otros intérpretes contemporáneos fue la de la pianista americana Rosalyn Tureck, nacida en Chicago en 1914 y fallecida en Nueva York en 2003. Rosalyn Tureck es, en muchos sentidos, la gran dama de la música para teclado de J. S. Bach. De hecho, hay quien considera que Tureck fue injustamente eclipsada por Glenn Gould, en especial en lo que a grabaciones se refiere. Curiosamente, la versión que Mar cogió de la biblioteca de las Variaciones Goldberg fue la séptima y última grabación de esta obra ejecutada por Rosalyn Tureck en el año 1998. Se dice que al final de sus interpretaciones de Bach el público quedaba inmóvil, fascinado, sin siquiera poder aplaudir, porque de algún modo entendían que algo extraordinario acababa de ocurrir sobre el escenario. (En este documental corto sobre la influencia de Tureck en la guitarrista minesota Sharon Isbin puede verse a lo que me refiero, hacia el minuto 7:30, aunque vale la pena verlo entero)

piano

Escuchando las Variaciones Goldberg de Rosalyn Tureck y de Glenn Gould me propuse volver a tocar el piano, o al menos, tocarlo más a menudo, aunque va a ser difícil de cumplir, porque estoy en ese nivel horrible en el que todo lo que puedo tocar es bastante aburrido y lo que me gustaría tocar está aún muy fuera de mi liga. Un autodidacta necesita una gran fuerza de voluntad, y yo ya no tengo la que tenía a los 15 años, cuando de forma similar comencé a tocar la guitarra. Además, mi incapacidad para leer de un pentagrama, en especialmente en clave de fa, no es que ayude precisamente. De todos modos, he aquí mi versión de los propósitos de Año Nuevo.

Me ha gustado conocer a estos dos intérpretes, sobre todo porque ambos sentían predilección por la música barroca, en especial la de J. S. Bach. Hay algo en la textura polifónica usual en aquella época, de la que Bach fue sin duda el más grande de los compositores, con lo que asocio una especie de vuelta a los orígenes, desnuda de las ornamentaciones superficiales y del virtuosismo por el virtuosismo de épocas más recientes. Hay algo en el contrapunto barroco que me atrae fuertemente, pocas músicas me llegan tan adentro como la de Bach. Y creo que, en el fondo, se trata de la simplicidad, como la del mecanismo de una bicicleta o de una lente de focal fija.

Viendo tocar a Glenn Gould siento una gran ternura, en especial en sus últimas grabaciones. Ahí, pequeño, sentado en su silla de toda la vida, ya gastada por los 40 años de uso, casi escondido tras el piano, delicado, vulnerable. Y entonces, luego de dibujar algunos arcos en el aire con la mano, comienza a tocar, y extrae unos sonidos bellísimos del piano. Incluso su canturreo me parece simpático y en modo alguno molesto: a veces parece que la música clásica es algo maravilloso, que está en un pedestal y que hay que tratar con reverencia, y Gould nos demuestra que no es así, y nos acerca a algo que algunos han utilizado para marcar diferencias de forma que todos podemos tomar parte de ello.

Aquí dejo el vídeo de las Variaciones Goldberg en la interpretación de Glenn Gould de 1981, la única pieza de todo su repertorio que grabó dos veces, la primera en 1955.



(*) BWV 988 se refiere al número de catálogo de las obras de J. S. Bach. Ahora que sé alemán por fin puedo recordar que las iniciales BWV significan Bach-Werke-Verzeichnis, es decir, "catálogo de las obras de Bach". Para las obras de Mozart existe algo parecido, el Köchel-Verzeichnis, compilado en 1862 por un tal Ludwig Ritter von Köchel, del cual surgen las denominaciones K.1 hasta K.626.

(**) Una grabación de Glenn Gould del Preludio y Fuga en do mayor número 1, BWV 870, del libro 2 de "El clavecín bien templado", de J. S. Bach, fue incluido en el famoso disco de oro de la sonda Voyager 1, que en la actualidad se está acercando al espacio interestelar y es el objeto creado por la mano del hombre más alejado de nuestro planeta.