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domingo, 8 de noviembre de 2009

Las bicicletas (¡no sólo!) son para el verano

Una de las (muchísimas) diferencias entre España y Austria es el uso que aquí y allí se hace de las bicicletas. En España una bicicleta es, salvando honrosas excepciones que espero que pronto se conviertan en regla, considerada y entendida como un juguete. En Austria (como en la mayor parte de Europa) una bicicleta es un vehículo que toma parte del tráfico rodado.

Es una diferencia importante, puesto que como vehículo, la bicicleta debe atenerse a las normas generales de circulación y es en general respetada como tal por el resto de vehículos.

Unterwegs im Herbst

Ayer sábado, 7 de noviembre, 6 grados, soleado, fuimos a hacer una excursión en bici. Se trata simplemente de llevar, como en la mayoría de ocasiones, la ropa adecuada. Mientras remontábamos el Saalach por el camino de sirga del lado austríaco pensaba yo en lo de "Las bicicletas son para el verano". Creo que si nos quedamos con el sentido más superficial, si nos olvidamos de la película, resume muy bien esta identificación bicicleta == juguete tan hispánica.

Y es que, en mi opinión, no, las bicicletas no sólo son para el verano.

viernes, 20 de febrero de 2009

Nieve

Me encanta cuando nieva.

Porque tus caminos habituales se disfrazan de blanco y debes seguir las huellas de los que han pasado antes de ti para llegar a tu destino.

Schneeweg

Porque si miras tu abrigo suficientemente de cerca, es posible que veas cristales de nieve perfectamente formados, cuya belleza te va a cautivar.

SchneeFlocken

Porque el silencio que lo envuelve todo es casi sobrenatural. No puedo imaginarme nada más relajante que mirar caer la nieve desde la ventana.



Porque no puedo resistir la tentación de pasar la mano sobre la nieve recién caída.

Schneeaufräumen

En serio, me encanta cuando nieva.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Favonius en acción

Esta mañana he salido de casa a las siete menos cuarto equipado, como cada día desde hace ya unas semanas, con una bufanda. Y me ha dado la bienvenida una auténtica bofetada de calor que me ha hecho desprenderme de ella a los pocos pasos. A esas horas debíamos estar ya a unos 18ºC. ¿Cómo es posible? ¿Será que ahora con Obama en noviembre dejará de hacer frío? ;)

Pues no. Se trata del Alpenföhn, un efecto peculiar producido por los Alpes. Cuando una masa de aire se ve obligada a ascender para salvar una cordillera, el agua se condensa y cae en forma de lluvia en la ladera de barlovento. Al superar la cima, el aire "cae", prácticamente perdida toda la humedad, y aumenta la temperatura de forma más que considerable, pudiendo producir oscilaciones de hasta 30ºC en el valle situado a sotavento.


(Imagen obtenida de Wikimedia Commons)

El nombre Föhn proviene del dios romano Favonius, personificación del viento del Oeste. Luego pasó por el retorrománico favuogn y fuogn hasta llegar al alemán moderno como Föhn. Curiosamente, a un secador de pelo se le llama Fön así, sin "h". Según leo, el nombre fue registrado por la casa AEG en los años 20.

El Föhn se asocia a menudo con migrañas y psicosis. Un estudio de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich sostiene que suicidios y accidentes aumentan en un 10% los días de Föhn. De hecho, existe la palabra Föhnkrankheit (literalmente, enfermedad del Föhn) que, en numerosas ocasiones, nos puede servir de excusa perfecta para justificar un bajo rendimiento en el trabajo, un apetito desmesurado, o simplemente una apatía generalizada.

Por cierto, que en España también hay vientos Föhn: el viento del sur o surada en Cantabria, el fogony en el Pirineo de Lleida o el cierzo en el de Huesca, o el terral en Málaga, entre otros.

Bueno, voy a dejarlo, porque hoy, con el Föhn, pues ya se sabe...

sábado, 4 de octubre de 2008

Impronunciable

Parece ser que cuando Austria ingresó en la Unión Europea, allá por 1995, intentó (en vano) que se reconociera al dialecto austríaco como idioma independiente del alemán. Los expertos de la UE replicaron que, a excepción de unos cuantos términos propios, en su gran mayoría relacionados con la cocina, no había suficientes diferencias entre el austríaco y el alemán como para considerarlos lenguas independientes.

Uno de estos términos diferentes es mi palabra favorita de hoy. Se llama Zwetschken a una subvariedad de ciruelas (Prunus domestica domestica), algo ácidas al paladar, que ahora están en temporada. La palabra alemana para las ciruelas en general es Pflaume, pero en Austria se les llama a todas, en general, Zwetschke.

Zwetschken

¿Y qué es lo interesante de esta palabra? Si contamos el número de vocales y de consonantes en Zwetschken (ciruelas, en plural), obtenemos un sobrado 8:2 para las consonantes. Una pesadilla para el sistema vocálico de cualquier hablante de una lengua romance, vaya. Adaptado a la pronunciación española debería sonar algo así como "tsbechquen"...

Hace muchos muchos años, paseando por Viena durante un frío mes de octubre con un antiguo compañero de trabajo, nos dimos cuenta que el frío nos adormecía los labios y la lengua, y que se nos hacía difícil articular las palabras sin que sonaran raras, como si acabáramos de salir del dentista y la anestesia aún estuviera haciendo sus efectos. Y ahí elucubramos una teoría: los idiomas de climas fríos deben tender a ser más guturales que articulados, puesto que un sonido gutural resulta más fácil de pronunciar en un ambiente frío. Por contra, los idiomas originarios de latitudes de clima más benigno se pueden permitir una articulación más rica.

¿Será cierto? No lo sé, pero hay palabras que seguirán siendo un reto por mucho tiempo...

lunes, 30 de junio de 2008

Schadenfreude

Campeones... Campeones... Oé!, oé!, oé!

Sí, amigos, España ganó la Eurocopa ayer. A mí no me gusta el fútbol, pero sí me gusta la justicia, y (he oído que) la selección ha estado jugando muy bien durante todo el torneo y que mereció la victoria. ¡Enhorabuena!

Me gustaría remarcar tres hechos que he observado:

(i) dos conceptos bien distintos son mezclados fuera de nuestras fronteras. Olé es una exclamación que se dedica a los toreros cuando éstos realizan una figura con especial gracia. El grito de ánimo a un equipo de fútbol es, por contra, Oéééé!, oé!, oé!, oé!. Ambas cosas son desgraciadamente empanadas en el extranjero para convertirse en un Oléééé!, olé!, olé!, olé! totalmente fuera de lugar.

(ii) resulta interesante cómo el triunfo de la selección nacional es inmediatamente transferido a todos los nacionales de ese país, como si todos hubieran estado ahí dándole al balón. A pesar que mi contribución al triunfo de la "Roja" fue nulo, hoy he sido felicitado en más de diez ocasiones. Los ganadores son, como decía Paco hace unos días, populares.

(iii) aún más interesante resulta observar la alegría que el triunfo español ha producido en los austríacos. Y sospecho que no se trata solamente de una especial simaptía por España, sino también, principalmente, de quién fue la derrotada de la noche. Algo de Schadenfreude (mi palabra favorita de hoy) sí se respiraba en el concierto de claxon de anoche... ;)

jueves, 26 de junio de 2008

Póngame cuarto y mitad de realidades, por favor

Una de las palabras que más me chocan de estas tierras es Realitätenbüro (lit. "oficina de realidades").



A pesar que el diccionario da a entender que se trata de la denominación que utilizan los germanoparlantes del sur (*) para una agencia inmobiliaria, a mí me parece mucho más divertido imaginar que la gente va a un Realitätenbüro para enterarse por encargo de las grandes verdades de la vida, las realidades, como por ejemplo:

- el dinero no hace la felicidad,

- el español fino después de comer tiene frío, o

- Santa Claus es en realidad un gnomo de color verde, el barrigudo vestido de rojo fue un invento de una conocida casa de refrescos.

Qué cosas, ¿verdad? ;)

(*) por lo menos, San Google no parece encontrar ninguna Realitätenbüro al norte de Munich

domingo, 18 de mayo de 2008

Detalles

En ocasiones nuestros sentimientos siguen caminos que no acabamos de comprender. A veces nuestra percepción sucede a unos niveles que no somos capaces de hacer conscientes.

¿Por qué hay ciudades que nos parecen frías? ¿Qué es ese algo que, a pesar de todo lo bueno, no te deja sentirte realmente como en casa?

Salzburg

¿Por qué hay otras ciudades que parece que te abracen con su cálido encanto? ¿En qué consiste ese algo que le susurra a tu corazón que esa ciudad podría convertirse fácilmente en tu nuevo hogar?

Graz

No lo sé. Tal vez se trata simplemente del color de sus tejados...

domingo, 17 de febrero de 2008

Extraño(s)

Hace un par de meses robaron en una joyería en Salzburgo. Ocurrió durante la noche, y las únicas imágenes del ladrón (de una cámara de vigilancia que había cerca) mostraron a un encapuchado rompiendo el cristal y llevándose joyas por valor de unos 10.000€. No había forma de descubrir la identidad del encapuchado (a pesar que parecía ser un hombre).

Curiosamente, el joyero parece tener un extraordinario sexto sentido que le permite, a pesar de la máscara, a pesar de la oscuridad, a pesar de la mala calidad de las imágenes, saber la nacionalidad del delincuente. O, como mínimo, la situación geográfica de su pueblo con respecto a Austria: hacia el Este. Queriendo compartir con todos los transeúntes su opinión sobre la política de la Unión Europea, colgó un cartel en el cristal roto de su escaparate que decía: "EU-Osterweiterung lässt grüßen!!!" ("¡¡¡Aquí tenemos la ampliación de la UE hacia el este!!!").



Austria siempre ha sido de los países más opuestos al acceso de terceros países a la Unión Europea. De hecho, Austria está más en contra del acceso de algún nuevo país (con la única excepción de Croacia) que cualquier otro país europeo. Según el Eurobarómetro 2006, un 62% de los austríacos están en contra del acceso de Macedonia, un 59% en contra del de Bosnia-Herzegovina, un 73% del de Albania y un 65% del de Serbia. Tan sólo un 5% de los austríacos están a favor del acceso de Turquía a la UE. Para comparar, el 24% de los griegos están a favor de dicho acceso.

En una encuesta del Eurobarómetro del 2005, el 73% de los austríacos pensaban que las diferencias culturales eran demasiado grandes para permitir el acceso de los turcos. La media de la UE25 era del 54%. Curiosamente, el 60% opinan que "la religión es irrelevante para decidir si un país debe ser aceptado como miembro o no".

Lo sorprendente, de todos modos, es que otros debates de ampliación de la Unión Europea han sido guiados de forma maestra por la clase política austríaca. Así, en el 2002 el Eurobarómetro mostraba a un 34% de los austríacos en favor del acceso de Croacia y a un 51% en contra. mientras que en 2005 estas cifras se habían convertido en un 55% a favor y un 40% en contra. Por el contrario, en 2002 un 32% de los austríacos estaban a favor del acceso de Turquía y un 53% en contra. En 2005 tuvimos al 10% a favor y al 80% en contra. No ha habido apenas ningún esfuerzo de la clase política en el caso de Turquía. Ahora, con un extraordinariamente bajo 5% a favor, nadie quiere ocuparse del tema por miedo a convertirse en blanco fácil para los oponentes políticos.

De una población total de 8.3 millones, un 9.4% son extranjeros. De éstos, poco menos del 88% son de fuera de la Unión Europea, en especial de los Balcanes y de Turquía. Una encuesta encargada por la embajada turca mostró que el 52% de los austríacos culpan a los inmigrantes en Austria de los problemas de integración. Es decir, la causa de los problemas es el rechazo de los inmigrantes a integrarse. Un 45% creen que no hay ninguna solución a los problemas de integración de la comunidad turca.

Yo pienso que, cuando de integración se trata, hay que poner algo de las dos partes. En primer lugar, hay que conocerse mutuamente como primer paso para aceptarse mutuamente. Que yo aprenda tu lengua no es suficiente. Tú debes familiarizarte con mis rituales y, aunque no los compartas, debes como mínimo entender que son importantes para mí y respetarlos. Aceptar, y no tolerar, pues en el tolerar va implícita la censura. En el tema de la integración, tengo la impresión que los austríacos están más o menos dispuestos a poner de su parte según lo que diga mi pasaporte.

Hay un restaurante italiano en Salzburgo en el que no podemos hablar alemán, porque no nos entienden. Sólo hablan italiano, pero ésto no parece molestar en exceso a ninguno de los numerosos clientes austríacos. Incluso se les celebra: "¡Qué gracia! No saben alemán. Son tan divertidos..."

¿Podemos imaginar los mismos comentarios ante un kebab turco?

sábado, 16 de febrero de 2008

Los reyes del mambo

Hace un par de semanas que nos decidimos y nos apuntamos a un curso de bailes de salón. La cosa está muy bien, sobre todo porque pasamos un buen rato, y no tenemos aquella sensación de perdedores de pasarnos las noches en el sofá mirando capítulos antiguos de Friends. Ahora vamos tres días a la semana a bailar (lunes, miércoles y viernes) y, tal vez sea por la ilusión inicial, pero estamos muy motivados, con ganas de que llegue la hora.

Aquí van bastante a saco. Me refiero a que en la primera unidad de media hora se aprende el paso básico del baile X, luego en la segunda unidad se aprende alguna figura sencillita (una variación del paso básico, una vuelta de la mujer, una promenade, ...) y en la tercera unidad se aprenden una o dos figuras más y ya se está listo para salir a la pista. En realidad, en los ratos muertos (cuando hay alguna clase que no nos apetece, o los niveles 2 o 3 de algún baile que aún no hemos comenzado) o antes o después del curso se puede practicar en la pista de baile, pedir que pongan alguna música en concreto, en fin...

Claro, con tres unidades de media hora no es que se pueda hacer gran cosa, pero para eso el curso al que estamos apuntados es el "Basic Class Club System" (creo que le llaman así). Cuando los niveles básicos te empiezan a aburrir, para eso están los Tanzkreis 1 hasta 4. Pero ahí de momento no llegamos. Como he dicho, comenzamos hace dos semanas.

Yo no es que me destaque por mi especial gracia ni salero al moverme, aquellos que me conocen pueden dar fe de ello, ni tampoco por mis dotes de coordinación. Es más, tiendo a agobiarme mucho cuando hay otras parejas bailando en la pista y el baile en cuestión es de los que se bailan en círculo (como el vals vienés o el fox-trot). En fin, que no soy ningún Fred Astaire.

El primer baile que aprendimos fue el fox-trot. Psé, no está mal, pero resulta un poco agobiante, sobre todo cuando hay que bailarlo con otras parejas que están mucho más avanzadas que nosotros, porque van mucho más deprisa y nos atropellamos todo el tiempo. Pero la semana pasada, ¡ah!, aprendimos el mambo, nuestro primer baile latino. Con los movimientos laterales de este baile hay que menear un poco la cadera, lo que se llama el movimiento cubano de cadera, flexionando un poco las rodillas. A Mar no le costó nada, le salió de forma natural, a mí un poco más, pero en seguida le pillamos la idea. Pero mirando a nuestro alrededor, el panorama estaba mucho más magro: los nativos parecían tener la cadera soldada al espinazo.

Lo divertido del caso es que nuestros amigos nos dijeron "Claro, ¡es que vosotros lo lleváis en la sangre!" Y no dejaban de repetirnos: "¿Cómo lo conseguís? ¡Hacedlo otra vez!"



Resulta interesante ser, por una vez, los reyes del mambo.

PS: Ayer aprendimos la rumba (creo que es lo mismo que el bolero, al menos aquí en Centroeuropa), y puedo jurar que la señora de la pareja que bailaba a nuestro lado miraba a Mar con envidia mal disimulada.

martes, 23 de octubre de 2007

Des samma mia...

¿Qué tiene que ver un grupo de dance metal como Rammstein con la música tradicional bávara? Hace unos días me enseñaron el siguiente vídeo, uno de los mejores trabajos de sincronización que he visto en mucho tiempo. ¡Incluso los coros del público están perfectamente doblados!



Me gusta además porque la canción utiliza el dialecto de Baviera, que es, en muchos sentidos, similar al dialecto austríaco. Me encanta el dialecto, sobre todo desde que empiezo a entenderlo un poco. El alemán de Austria (y también el de Baviera) tiene una melodía mucho más dulce que el alemán estándar, además de un montón de vocabulario propio.

Y a continuación un concurso para aquellos que sepan o estén aprendiendo alemán. El primero que me sepa transcribir el diálogo del cantante con el público antes de empezar la canción recibirá como premio una caja de bombones Mozartkugel. ¡Suerte! :)

jueves, 18 de octubre de 2007

Luz de otoño

A veces me pregunto cuál es mi estación favorita: el verano tiene algunas indiscutibles ventajas, me encanta oír mis pisadas sobre la nieve en invierno, y la primavera tiene la belleza de la vida recién estrenada. Pero si tuviera que escoger, me quedaría con el otoño.

Tengo una cierta tendencia a ponerme melancólico de vez en cuando, y cuando la Naturaleza muestra su cara más gris, siento una especie de extraña satisfacción interna al sentirme así, porque la melancolía parece que acompaña más en el frío y lluvioso noviembre que en el brillante y soleado mayo. Supongo que es mi carácter el que me lleva a escoger el otoño.

Pero hay otra razón, en realidad dos. En primer lugar, los árboles visten los más increíbles colores en otoño. Podría pasarme horas disfrutando de la sinfonía visual tocada por el bosque año tras año. En segundo lugar, estos colores tan especiales disponen del mejor foco de luz del año: un Sol aún brillante cuya luz cae en un ángulo bajo. Y esta combinación, queridos lectores, es el sueño del fotógrafo aficionado.



Se dice que los mejores momentos del día para la fotografía son el alba y la puesta de sol. Y hay una razón para ello: cuando el Sol está muy alto en el cielo, la luz tan sólo atraviesa una delgada capa de atmósfera antes de llegar hasta nosotros, y es demasiado intensa, produce feas sombras duras y quema nuestros sujetos. Contrariamente, cuando el Sol está más bajo, la luz debe atravesar más atmósfera, y adquiere en este viaje un maravilloso tono rojo cálido. Esto sucede después del alba y antes de la puesta de sol.



El problema del alba y la puesta de sol es que la luz es también mucho más débil que a mediodía, y uno debe pillar realmente el momento justo. La luz de otoño es como la luz de después de amanecer, porque cae en un ángulo bajo, pero aún tiene la fuerza suficiente para iluminarlo todo con un cálido tono que es un gozo capturar en una foto. Incluso diría que el color del cielo es distinto en otoño. Como si fuera aún más azul, más intenso que nunca.



Me encanta la luz de otoño...

lunes, 10 de septiembre de 2007

¿Qué echaría de menos?

De pequeño nunca entendí por qué había tantos periódicos distintos. "Pero si la noticia es sólo una", pensaba inocentemente, "el suceso es sólo uno, debe de ser el mismo para todo el mundo, y debe ser explicado igual por todos, ¿verdad?" Todavía no me había dado cuenta que lo que importa no es qué se dice, sino cómo se dice.

Uno de mis lectores en silencio, mi amigo S., me dijo la semana pasada que tiene la impresión que siempre adopto un punto de vista algo negativo cuando escribo sobre mi vida en Salzburgo. La verdad es que me sorprendió un poco al principio, pero mirando atrás a mi corta historia bloguera, debo admitir que tiene algo de razón.

Empecé a escribir este blog porque quería hablar sobre las cosas que me sorprenden de mi vida aquí, sobre aquello que me llama la atención. Releyéndolo ahora, parece que la mayoría de las cosas que consideré dignas de mención en el blog me sorprendieron de forma un tanto negativa. ¡Pero un momento!, no quiero que se me tome por uno de esos expatriados españoles que siempre se quejan del tiempo, del idioma, de lo difícil que es conocer gente aquí, y que siempre están "buscando al grupillo de españoles para rajar de los locales con alguien en tu lengua materna".

Tal vez tenga un problema de comunicación. Tal vez no esté transmitiendo lo mucho que disfruto de mi vida aquí. Tal vez esté remarcando demasiado el lado negativo de mis opiniones. Quizá me exprese de forma demasiado directa, o quizá dé una falsa impresión de seguridad en mis argumentaciones, cuando en realidad no hago más que pura especulación, intento poner algo de orden en la realidad que me rodea. Puede que lo que digo no se corresponda lo suficiente con lo que siento.

Mar me dijo algo muy bonito ayer. Ella entiende su blog como una colección de recuerdos bonitos que va a querer llevarse consigo de nuestros años de la marmota en Austria. Y me parece que es una opción muy inteligente. Es por eso que su blog siempre tiene este aire cálido y feliz, como de florecillas, florecillas, y es por eso que, a su lado, mi blog parece una suerte de gemelo oscuro.

Es por todo esto que he decidido publicar aquí una lista de todo aquello que echaría de menos de Salzburgo, de Austria, si tuviera que marcharme hoy mismo.

(i) Salzburgo tiene el tamaño justo para poder ir en bicicleta a todas partes. Nunca pude hacer algo así en Tarragona o en Barcelona, porque ahí las bicicletas no se consideran vehículos sino juguetes, apenas hay carriles bici, y la probabilidad que te la roben es, no nos engañemos, bastante grande. Me encanta ir al trabajo en bicicleta. Los 3/4 de hora de camino hasta la oficina me ayudan a empezar el día de trabajo lleno de energía y también me ayudan a dejar atrás los problemas de la oficina al volver a casa por la tarde.


Volksgarten, Salzburgo, mayo de 2005

(ii) Vivir rodeado de lagos y montañas. Siempre me han maravillado las montañas. De pequeño pasábamos los veranos en el Valle de Aran, en los Pirineos, y me encanta volver de vez en cuando. Ahora vivo a los pies de los Alpes, y puedo admirarlos cada día de camino hacia el trabajo.


Untersberg, Salzburgo, febrero de 2006

(iii) Si quiero estar en contacto con la Naturaleza, la tengo a cinco minutos de casa. En serio, sólo necesito tomar el ascensor que sube a la Mönchsberg y ahí estoy. Mola, ¿eh? Salzburgo es verde. Tan verde que incluso hace daño a los ojos de alguien como yo, criado en un paisaje ocre, bronco y polvoriento que también me encanta, por cierto. Todo parece reluciente en Salzburgo porque llueve un montón y no hay polvo. La mayor parte de España tiene una pinta marrón porque no llueve lo suficiente. Puede parecer una tontería, pero me costó un tiempo darme cuenta de por qué todo parece distinto.


Wolfgangsee, Sankt Gilgen, agosto de 2007

(iv) Para un fotógrafo aficionado como yo no hay nada más excitante que la sinfonía de colores de la que puedo disfrutar cada otoño. Verdes oscuros, amarillos, ocres, rojos, anaranjados... ¡podría gastar carretes y carretes!


Thumsee, Alemania, octubre de 2006 / Wolfgangsee, octubre de 2005

(v) Pasar la tarde en una Wiener Kaffehaus, leyendo un libro, disfrutando de una buena conversación o, simplemente, dejando transcurrir el tiempo.

(vi) Una increíble variedad de productos que puedes comprar directamente a los agricultores y ganaderos en el mercado. Colirrábano, miles de tipos de calabazas que parecen extraterrestres, Speck (un tipo de panceta), Steirisches Kürbiskernöl (aceite de pepita de calabaza, típico de Estiria), Kren (rábano picante), y una aparentemente inacabable lista de Würstl (salchichas) que puedes comer en el Würstlstand, toda una institución austríaca.


Naschmarkt, Viena, agosto de 2007

(vii) Lo sencillo que resulta llevar una vida ordenada. Los horarios laborales son racionales, y me encanta comer sobre las doce, estar de vuelta a casa sobre las 6 de la tarde para cenar a las 7. Creo que en España no es tan fácil conseguirlo.

(viii) El desayuno Fingerlos.

(ix) El invierno. Me refiero a un invierno de verdad, con nieve, temperaturas bajo cero, y nariz, orejas y dedos congelados. En el que necesitas cinco minutos para ponerte toda la ropa que se necesita para salir a la calle. En el que incluso puede que puedas caminar sobre las aguas heladas de un lago.


Fuschlsee, enero de 2006

(x) Tener la oportunidad de practicar una lengua extranjera cada día. Tener que vivir en un idioma que no es el tuyo puede llegar a ser bastante desesperante, pero es la única forma de llegar a dominarlo. Entenderlo como un reto y no como una carga es, me parece, la manera correcta de encararlo.

(xi) Cuando vivía en España no me gustaba la cerveza. Luego vine aquí y tuve que rectificar mis creencias. La cerveza Stiegl de Salzburgo no tiene nada que envidiar a cervezas mucho más famosas como la Budweiser checa. (Es mi modesta opinión, ¡claro!)


Freilichtmuseum, Grossgmain, mayo de 2007

(xii) Seguro que echaré de menos las pequeñas ventajas de ser un extranjero. Por ejemplo, poder ignorar los subtítulos en la última peli de Almodóvar y entender cada uno de los chistes mucho más allá que los locales ("¿Qué es toda esta sangre?" "Nada, cosas de mujeres"). O entender lo estúpida que es la letra de la última canción pseudolatina de moda. O darse cuenta que, a pesar que la canta en español, el tío tiene más bien acento italiano...

Y, por supuesto, voy a echar mucho de menos a todos los amigos que hemos hecho aquí, a pesar de todo lo que diga el folklore de los expatriados españoles...

lunes, 27 de agosto de 2007

Vacaciones en Austria (iv)

La siguiente excursión nos llevó al Burg Hohenwerfen, donde volvimos a maravillarnos con el espectáculo de aves rapaces, aunque esta vez las condiciones meteorológicas eran particularmente malas para el vuelo. Hacía un día sin apenas viento, y las pobres águilas y sobretodo el buitre tuvieron verdaderos problemas para conseguir ganar unos pocos metros de altura.


Siempre vale al pena volver al espectáculo de aves rapaces en Hohenwerfen.

El mismo día también visitamos el Eisriesenwelt en Werfen, unas cuevas de hielo de las que dicen las guías que son las más grandes del mundo (42km de galerías). La visita dura más o menos una hora, y a pesar de que algunas de las galerías son grandes y majestuosas como el interior de una catedral, en ocasiones hay que atravesar pasillos angostos y oscuros que no hacen la visita adecuada para gente que sufra de claustrofobia. Lástima que no esté permitido hacer fotos durante la visita (para evitar que los grupos se rompan y alguien se pierda dentro de las cuevas, ¡glups!), porque las montañas de hielo en el interior de la cueva son increíbles. La temperatura dentro de la cueva se mantiene ligeramente por encima de los 0º, independientemente de la temperatura exterior, así que tuvimos que abrigarnos bien antes de entrar.

Al día siguiente fuimos a la Großglockner Hochalpenstraße, la carretera alpina más alta de Europa (léase sobre el interés de los austríacos por la exactitud numérica en un post anterior). Esta carretera cruza de Norte a Sur por uno de los pasos más importantes de los Alpes Orientales, el Hochtor, que a una altura de 2504m se utiliza desde tiempos inmemoriales (sí, los romanos ya pasaron por ahí, aunque no fueron los primeros). El punto más alto de la carretera, la Edelweißspitze (pico Edelweiss), está situado a 2571m. Me gusta mucho esta carretera porque se pueden observar claramente los distintos tipos de vegetación conforme se va ganando altura.


El observatorio Swarovski y al fondo las faldas del Großglockner y Johannisberg.

Siguiendo la carretera se llega al Kaiser-Franz-Josefs-Höhe, situado a 2369m, desde el que hay una vista inmejorable de la montaña más alta de Austria, el Großglockner (3798m), y del glaciar más largo de los Alpes Orientales, el Pasterze, de aproximadamente 9km de longitud. Se dice que en 1856, cuando el Emperador Francisco José ascendió hasta este punto (de ahí el nombre), el glaciar llegaba hasta ahí mismo. Hoy ha perdido más o menos la mitad de su volumen y para bajar hay un funicular que en 1963 llegaba hasta la lengua del glaciar, y desde el que actualmente aún hay que descender unos 300 escalones.


Las marmotas aún no habían comido suficiente de los turistas y nos miraban con mal disimulado interés.

Además de la montaña y el glaciar, la gran atracción de la zona son las marmotas y los íbices. Las primeras se dejan ver con facilidad, sobretodo si se llega pronto, antes de que hordas de turistas las hayan sobrealimentado con manzanas, pan y galletas y se recojan a sus madrigueras para digerir el atracón, animalicos... Los segundos, parientes cercanos de las cabras monteses, son mucho más tímidos y menos amigos de acercarse al hombre. Para verlos se necesita un poco de suerte, mucha paciencia y unos buenos prismáticos. Nosotros vimos sólo uno, muy a lo lejos, a la sombra de una roca.

La excursión terminó con una visita a las cataratas de Krimml, las más altas de Austria con sus 380m de caída repartidos en tres secciones. Un camino asciende al lado de la catarata, con pequeños balconcitos cada dos o tres serpentinas, desde los que uno puede admirar la imponente caída de agua y su ruido ensordecedor y, en algunos de ellos, echar de menos un chubasquero.


Las cataratas de Krimml. En la foto sólo aparecen los tramos medio e inferior.

Dos días de récords, pues:
- Eisriesenwelt, las cuevas de hielo más grandes del mundo
- Großglockner Hochalpenstraße, la carretera más alta de Europa
- Großglockner, el pico más alto de Austria
- Pasterze, el glaciar más largo de los Alpes Orientales
- Krimmler Wasserfälle, las cataratas más altas de Austria

El final de nuestras vacaciones nos llevó a Munich, capital de Baviera...

jueves, 23 de agosto de 2007

Vacaciones en Austria (iii)

Dejamos el Neusiedler See bajo una tormenta importante que hizo que cambiáramos nuestros planes originales de hacer una carreterita de montaña por el Semmering y Mariazell, y en lugar de eso nos fuimos directamente a Graz, la capital de Estiria.

A pesar de que Graz es una ciudad preciosa que merece un post a parte, esta visita fue tan relámpago que no dejo fotos. Después de degustar unos deliciosos Ochsenherzenparadeiser (literalmente, tomates de corazón de buey; así se llaman unos tomates gigantescos, rosados y dulces) y subir a la Schlossberg, nos volvimos a poner en ruta para visitar la iglesia de Santa Bárbara en Bärnbach.


La iglesia de Hundertwasser reluce bajo el sol del atardecer de forma mágica. Me encanta la fotografía de tomates por su rotundidad. Ahí queda eso.

Cuando llegó el día de restaurar la iglesia del pueblo, los lugareños votaron por unanimidad encargar el proyecto al arquitecto Friedensreich Hundertwasser. Y la verdad es que, visto el resultado, acertaron de lleno. No sólo por la iglesia merece la pena hacer un pequeño desvío en el camino sino también por el parque que hay a su alrededor, donde portales de colores representan las religiones del mundo. ¡Incluso hay un portal sin símbolo para los ateos! Después emprendimos camino hasta llegar a casa, en Salzburgo, que tomamos como base de operaciones para las siguientes excursiones.

En Salzburgo estuvimos visitando la fortaleza Hohensalzburg y admirando las vistas incomparables de los alrededores, con los Alpes siempre presentes. La fortaleza, dice la leyenda y las guías turísticas, jamás fue conquistada por ningún ejército enemigo. Y viendo la pendiente que hay que superar para llegar hasta arriba, se entiende perfectamente.



Al día siguiente hicimos nuestro tour favorito por el Salzkammergut. El paisaje en esta región es suave, verde y perfecto, parece que se está dentro de una maqueta de trenes. Hallstatt, uno de los ocho Patrimonios de la Humanidad en Austria, está colgado de forma imposible entre las paredes verticales del Dachstein y el lago Hallstättersee (literalmente, lago de Hallstatt). Además de dar nombre a una cultura de la Edad de Hierro, Hallstatt es uno de mis pueblos favoritos en Austria (con permiso del recién descubierto Rust). Me encantan sus callejas estrechas, descubrir pequeños detalles en cada rincón, pasearme por los tejados del pueblo y el hecho que el lago y las montañas constituyen el fondo perfecto, sea cual sea el ángulo...


En el osario de la iglesia católica en Hallstatt se conservan calaveras con sus nombres escritos en la frente, decoradas con cruces y florecillas de colores. Otros países, otras costumbres... ;)

Después de una visita de rigor a la pastelería Zauner de Bad Ischl (los mismos que le servían los pasteles y las tartas a Sisí Emperatriz), terminamos el día dando un paseo por un caminillo que bordea el Wolfgangsee cerca de Sankt Gilgen.



Las próximas excursiones nos llevaron a la carretera alpina del Großglockner, a las cataratas de Krimml y a Munich...

miércoles, 22 de agosto de 2007

Vacaciones en Austria (ii)

La segunda etapa de nuestro viaje nos llevó al lago Neusiedl, situado hacia el este, en la frontera de Austria con Hungría. Se le llama Neusiedler See en alemán y Fertő tó en húngaro. Me gustan las palabras magiares, tienen pinta de ser sonoras, potentes, como algunas palabras españolas que le llenan a uno la boca instantes antes de lanzarlas como dardos.

El Fertő tó es lo que se llama una cuenca endorreica (¡qué fea esta palabra!), es decir, un lago en el que el agua tan solo sale por infiltración o evaporación, pero no tiene salida al mar a través de ningún río. Los nombres en inglés (steppe lake) o alemán (Steppensee) son más bonitos: el lago de la estepa. Su profundidad no supera jamás los 2 metros (!!) y es conocido por el casi constante viento, que hace las delicias de los amantes de la vela y el windsurf, y por contar con una extensa zona de juncos, que hace las delicias de muchas aves migratorias, que encuentran aquí reposo en sus viajes de Norte a Sur y viceversa.



El paisaje que rodea al lago es bastante llano y su vegetación tiene un toque agreste que me hizo añorar la costa del Mediterráneo. Los viñedos se extienden hasta donde alcanza la vista y cualquier pequeña colina constituye una inmejorable atalaya para dominar el paisaje, con el lago siempre de fondo. Ya sé que no suena muy espectacular, pero después de vivir casi tres años entre verdes paisajes alpinos descubrir el otro extremo del país fue una agradable sorpresa.

El pueblo donde acampamos se llama Rust y está en la orilla occidental del lago, y creo que se va a convertir a partir de ahora en mi pueblo favorito en Austria, con permiso de Hallstatt, del cual hablaré próximamente. Rust compró su calidad de municipio libre a la corona húngara en el siglo XVII a base de doblones de oro y barricas de vino del tipo Ruster Ausbruch. El pueblo posee unas cuantas casas medievales y en él no tuve la sensación de estar en un decorado que me acecha en otros pueblos austríacos más hacia el Oeste. De todos modos, las indiscutibles protagonistas de Rust viven sobre sus tejados: Se dice que hasta 50 parejas de cigüeñas visitaban el pueblo cada verano. En la actualidad no son tantas, pero nosotros contamos sin esfuerzo más de 20 sin movernos de sitio. Cada vez que las oía saludarse repicando con sus picos me inundaba una sensación de paz que invitaba a disfrutar del anochecer con un buen vino y todo tipo de Schmankerl (embutidos, quesos, aperitivos fríos que se sirven como excusa para acompañar al vino).



El Neusiedler See y sus alrededores resultan perfectos para una excursión en bicicleta. Y eso es justamente lo que hicimos, alquilar bicis y lanzarnos a pedalear, subirlas al ferry cuando había que atravesar el lago e intentar avistar alguna de las aves migratorias en el Parque Natural (sin suerte). A pesar de no haber visto ninguna, los paisajes y los detalles fueron más que suficientes para hacer que me enamorara perdidamente de esta apartada región de Austria.




En invierno, cuando el lago se congela, cortan los juncos y los dejan secar, para ser utilizados, entre otras cosas, como aislante del frío en las casas.

Nuestro viaje nos llevó luego a Graz, capital de Estiria, y a la iglesia de Santa Bárbara en Bärnbach, para luego dirigirnos a Salzburgo...

lunes, 20 de agosto de 2007

Vacaciones en Austria (i)

Después de un tiempo de silencio, retomo Und komisch spricht das Murmeltier después del paréntesis vacacional. Hemos estado recorriendo Austria durante dos semanas junto con nuestros amigos D., E. y R.

Voy a someter a mis visitantes a una de esas terribles sesiones de "quedamos en casa y os enseño las fotos de las vacaciones", aunque en este caso cuenta con dos ventajas inestimables: la primera, la sesión será por partes, y la segunda, cada uno puede levantarse y largarse cuando le apetezca sin temor del qué dirán o de hacerme un feo.

Así pues, vamos a empezar con la primera parte del viaje: el monasterio de Melk y Viena.

Melk está cerca del Valle del Wachau. Esta región, situada a orillas del Danubio en la Baja Austria, es famosa por sus albaricoques (Marillen) y por lo bonito de la floración de los albaricoqueros en primavera. La ciudad de Melk es conocida por su monasterio benedictino. Los que hayan leído El Nombre de la Rosa recordaran que el joven aprendiz benedictino de Guillermo de Baskerville era Adso de Melk. Justamente.


Una de las joyas que contuvo la biblioteca es una de las Biblias impresas por Gutenberg, pero los monjes tuvieron que venderla para renovar el monasterio. El estilo barroco, especialmente en el interior de la iglesia, resulta sumamente agobiante.

La segunda parada fue Viena. Con ese curioso contraste entre los excesos imperiales y el pijerío del interior de la Ringstrasse y la encantadora cutrez de ciudad del Este que se respira tan pronto el número de distrito tiene dos cifras. Irremediable visita a los jardines de Schönbrunn, junto con otros muchos millones de turistas de todo color y pelaje, aunque lo compensamos dando de comer a ardillas y pajarillos, y más tarde con las casas de Hundertwasser, con un paseo al atardecer por el antiguo barrio judío (o eso creemos, entre otras pistas, por los nombres de las calles) y con una más que merecida visita al Naschmarkt.


Me decidí por el blanco y negro para Schönbrunn porque así las fotos parecen menos manidas, le dan un aire de época y hasta parece que los turistas desaparezcan.


En el Naschmarkt siempre se descubren nuevas hortalizas que inmortalizar.

Después de pasar dos noches en Viena, partimos hacia la segunda parte de nuestro viaje: el Neusiedler See, el segundo lago estepario más grande de Europa Central, en la frontera con Hungría...

sábado, 21 de julio de 2007

Acerca del tiempo y los relojes

A menudo me hacen preguntas que no sé cómo contestar. Por ejemplo, el otro día expliqué en la oficina que el fin de semana anterior habíamos ido a bañarnos a un lago, y me preguntaron por la temperatura del agua. Yo dije que algo fría para mi gusto, pero lo que les interesaba en realidad era la temperatura en grados. Más tarde me enteré que en los baños públicos suelen colgar un cartelito con la temperatura del agua, y de que los austríacos están obsesionados con el tema. Y yo me pregunto, ¿realmente es tan importante? Especialmente cuando estamos hablando de 19 o 21 grados. ¿Qué diferencia hay? ¿Tiene nuestra piel la capacidad de distinguir esos 2 grados, como si fuera un termómetro?

Uno de los hechos que aún me sorprenden de Austria es el concepto del tiempo que tienen. Si el bus tiene que pasar, digamos, a las 07:21 y ya son las 07:23 y aún no ha pasado, empezarás a ver caras enfadadas que miran exasperadas al reloj y sacuden la cabeza. Incluso cuando el bus llega a las 07:24, es probable que alguien se queje al conductor: Sie nehmen von uns Zeit! (¡Nos está quitando nuestro tiempo!).



El tiempo es algo muy importante aquí. Claro, lo entiendo cuando estás yendo a trabajar, a nadie le gusta llegar tarde. Pero lo mismo ocurre por la tarde, cuando vuelven de trabajar. El tiempo que pasan yendo del trabajo a casa o viceversa se considera tiempo perdido. Parece que tienen mucha prisa por llegar, y se decidirán por ir en coche (o en bus, o en tren) si eso les ahorra 3 minutos (!!!) en el camino de vuelta a casa. No lo entiendo. ¿Tal vez sea que tienen algo importante que hacer? No, en realidad la mayoría de ellos sólo quiere llegar a casa para tumbarse en el sofá, tomarse una cerveza y mirar la tele. Así pues, ¿son realmente necesarios esos 3 minutos? ¿Por qué parece que siempre tengan prisa? Y, lo que es más importante, ¿por qué persisten en empujarnos con el carro de la compra en la cola del supermercado? :)



Incluso cuando quieres quedar con un amigo se dice Hast du Zeit am Samstag? (¿Tienes tiempo el sábado?). El tiempo es un bien muy preciado aquí, y la pregunta ¿Tienes tiempo? pone el acento precisamente en la importancia del recurso tiempo. ¿Quieres gastar algo de tu preciado tiempo conmigo? En realidad creo que es un tema anglosajón, porque la expresión inglesa to spend time (literalmente: gastar tiempo) resulta también significativa. Se gasta el tiempo igual que se gasta el dinero.

No puedo imaginarme proponiendo una cita a un amigo mío diciendo: ¿Tienes tiempo el sábado? Diría sencillamente: ¿Quedamos el sábado? Es una diferencia pequeña, pero el acento no está en el tiempo como recurso, sino en el hecho que quiero encontrarme contigo. Me parece que la forma cómo hablamos depende de la forma en que pensamos. Al final del día, en Austria, habrás escuchado la palabra Zeit muchas veces.



Supongo que me sorprendo porque provengo de un país del Sur. Porque ahí el tiempo no es tan importante, es un concepto más flexible. Y tengo la impresión, de todos modos, que Austria está más o menos en el medio, que la cosa empeora cuanto más al Norte se vaya.

Una vez conocí a una chica saharaui que me contó que la gente del desierto tienen un dicho muy sabio: "Los europeos podéis tener los relojes. Nosotros tenemos el tiempo."