El alma de una ciudad
Ayer vimos una película, Resist, sobre la historia de la compañía de teatro The Living Theatre. En una de las escenas salía un baile de fiesta mayor en Rocchetta Ligure, un pueblo en el Piamonte. A pesar de no haber estado nunca en ese pueblo, todo resultaba terriblemente familiar: las luces en la calle, las parejas de edad bailando, la música, el escenario, la decoración. Podría haber sido cualquier pueblo del levante español. Una vez más me di cuenta que no somos para nada distintos.
En realidad pensamos esto bastante a menudo. Cada vez que topamos con un grupo de turistas italianos, cada vez que entramos en una tienda o un mercado turco, cada vez que comemos un plato libanés, nos damos cuenta que, de algún modo extraño, todos los puertos del Mediterráneo, Málaga, Beirut, Génova, Túnez, Valletta, Alejandría, Izmir, Palermo, Barcelona, ... son en realidad un solo puerto, viejo y sabio, que hace que sus gentes se sientan más confortables, más en casa, en un ruidoso mercado marroquí que en un elegante café vienés.
El Mediterráneo fue la primera gran autopista de la Historia, y el motivo que llevó a todos los pueblos mediterráneos a hacerse a la mar fue el mismo: el comercio. Y con el comercio vino el intercambio cultural entre gentes muy diversas: las culturas mesopotámica, egipcia, persa, fenicia, judía, griega, latina, árabe y turca tuvieron su origen en sus costas. El Mediterráneo es, en última instancia, la cuna de la civilización occidental tal y como hoy la conocemos.
Las rutas comerciales traen variedad, noticias, tecnologías, ideas, revoluciones. Y todo esto llegaba al punto que creo que constituye el centro, el corazón y el alma de una ciudad: su mercado. Y soy de la opinión que los mercados de hoy en día todavía conservan el alma de antaño. Por eso nos gusta tanto visitar mercados en cualquier parte.
Siempre que estamos en una ciudad, si queremos tomarle el pulso, si queremos oír su respiración, ver su corazón, vamos al mercado. Porque en un mercado de verdad jamás te sientes extranjero. Porque puedes ver a la gente que vive de verdad en la ciudad. Porque puedes juzgar cuán abierta de mente es la ciudad simplemente sentándote en el mercado y observando a tu alrededor. Por eso nos encanta ir al Grünmarkt o al Schrannenmarkt en Salzburgo. Por eso hemos estado en el Naschmarkt de Viena, en el Portobello Road Market de Londres, en el Viktualienmarkt de Munich, en el Winterfeldtmarkt y el mercado turco de Kreuzberg en Berlín.
Y una vez más para confirmar que tu casa es lo que peor conoces, debo confesar avergonzado que nunca he estado en La Boqueria de Barcelona. Pero tengo la intención de cambiarlo muy pronto.
3 comentarios:
Totalmente en contra :D será espíritu de contradicción? En Salzburg buscas el mercado porque echas de menos el bullicio, tu pasado, tu historia, el yo que se formó antes de llegar allí... En Barcelona, no añoras (aún) nada y por eso no necesitas ir al mercado. Pero seguro que llegará el día en que busques por las Ramblas un café vienés... ;)
Anónimo: No creo que mi pasado y mi historia estén en Portobello Road Market. Simplemente me gusta visitarlo para respirar el pasado y la historia del lugar en cuestión, para tomarle el pulso a la ciudad.
Por supuesto que echo de menos Barcelona, su bullicio y su luz, pero no es esa añoranza lo que me lleva al Schrannenmarkt de Salzburgo, donde no hay ni bullicio ni luz mediterránea.
Y por supuesto que algún día echaré de menos la Gemütlichkeit de un Café Vienés y la paz del lago Hallstätter cuando viva en Barcelona, y sé que no voy a encontrarlas ni en la Boqueria ni en el Montseny.
Tan sólo quería decir que los nacidos en un puerto mediterráneo sentimos la calidez del hogar cuando estamos cerca de sus costas, sean éstas cuales sean.
En realidad me gustan los mercados porque están vivos con la vida del lugar, y poder echar un vistazo a esa vida es lo que busco en ellos.
Hola,
He llegado a su blog por el blog de Erin (wandering woman) y queria decirle que estoy de pleno acuerdo con su visión del mercado. Como dice Javier Reverte en su libro *Un Vagabundo en África*, "Hay varias cosas que un viajero debe hacer cuando llega a una ciudad desconocida: por ejemplo, ir al mercado, pasear en los amaneceres, entrar en los garitos de la noche, buscar la música que hace bailar y cantar a sus habitantes, probar comida local, asistir a un partido de fútbol o a una cerimonia religiosa, y desde luego leer sus periódicos."
Confeso que en el año que pasé en Barcelona, no fue al mercat de la boqueria hasta casi el final de mi estadia. Mi escusa es que vivia cerca de Gracia y iba siempre al mercat de l'abaceria central. Menos turístico pero con una energia muy buena!
En Montreal iba siempre al Marché Jean-Talon (http://guerson.wordpress.com/2007/07/22/montreal-marche-jean-talon/)
y en Toronto mi mercado favorito es el Kensington Market.
Siempre voy al mercado en todo pueblo que visito... Es donde la cultura, historia, energia de un pueblo se encuentra en su forma mas original.
Muy bueno su blog!
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