martes, 23 de octubre de 2007

Des samma mia...

¿Qué tiene que ver un grupo de dance metal como Rammstein con la música tradicional bávara? Hace unos días me enseñaron el siguiente vídeo, uno de los mejores trabajos de sincronización que he visto en mucho tiempo. ¡Incluso los coros del público están perfectamente doblados!



Me gusta además porque la canción utiliza el dialecto de Baviera, que es, en muchos sentidos, similar al dialecto austríaco. Me encanta el dialecto, sobre todo desde que empiezo a entenderlo un poco. El alemán de Austria (y también el de Baviera) tiene una melodía mucho más dulce que el alemán estándar, además de un montón de vocabulario propio.

Y a continuación un concurso para aquellos que sepan o estén aprendiendo alemán. El primero que me sepa transcribir el diálogo del cantante con el público antes de empezar la canción recibirá como premio una caja de bombones Mozartkugel. ¡Suerte! :)

domingo, 21 de octubre de 2007

¿Blogger pensante?

Pues sí, amigos, Und komisch spricht das Murmeltier... vuelve a ponerse de gala para recibir otro galardón, esta vez de la mano de la generosísima Gebirg: el Thinking Blogger Award. Muchísimas gracias, Gebirg, amiga, ¡me encanta recibir premios! :)



Dice Gebirg al darme el premio que yo posiblemente no lo sepa, pero que le hago pensar en lo importantes que son los pequeños detalles. Vaya, sí que me considero una persona que se fija en los detalles, pero no era consciente que esta característica mía se dejaba ver tanto en mis escritos. Qué cosas...

Bueno, pues dicen las normas del premio que yo debo otorgarlo a 5 bloggers que me hagan pensar, pero yo soy muy malo con esto de las listas de nominados, así que estos son mis 4 premiados. El espacio que queda libre puede tomarlo cualquiera de mis visitantes anónimos, si le apetece... ;)

El sastre de Ulm, de El diario del sastre de Ulm, porque sus posts y sus comentarios no sólo me hacen pensar, sino también echar de menos mis tiempos de matemático en formación.

Alexandra, de Building Bridges, por ser tan rápida al dejarme comentarios (cosas de la diferencia horaria) y porque nos conocimos gracias a un flash que nos dejó ver El Orden por un instante.

Silencio, de Ruido, por haberse decidido a romper su silencio y poner nombre al misterioso puntito rojo cerca de Chicago.

Di, from Impossible not to, because I love her perspective, because thanks to her I am discovering a lot of little things (not only squirrels) that I wouldn't even notice.

Muchas gracias otra vez a Gebirg por pensar en mí, y muchas gracias a todos vosotros, lectores en la luz y en la sombra, por regalarme unos minutos de vuestras existencias y compartirlos conmigo.

sábado, 20 de octubre de 2007

Coincidencia

Mis compañeros de trabajo suelen hacer bromas con mi compulsión por clasificar la vajilla en el lavavajillas siguiendo una pauta muy precisa (platos pequeños arriba, platos más grandes abajo, tazas pequeñas en dos pisos a la derecha, tazas medianas en el centro, vasos de agua a la izquierda, ... no es tan difícil, ¿no? ;)). Cuando alguien no sigue El Sistema al meter platos en el lavavajillas me pongo muy nervioso, como si algún misterioso equilibrio estuviera a punto de romperse. No obligo a nadie a seguir El Sistema, pero no puedo evitar poner las dichosas tazas en orden antes de enchufar el lavavajillas. Como diríamos en Catalunya, "qui no té un all té una ceba" (lit. "quien no tiene un ajo, tiene una cebolla", significando que todos tenemos nuestras rarezas).

Siempre he creído que existe un Orden subyacente para las cosas, para los eventos y para el Universo en general. Mi cosa con el lavavajillas es tan sólo una muestra de mi búsqueda de la perfección estética, de la simetría, de la completitud. Soy consciente que esta búsqueda fluye en contra de la Segunda Ley de la Termodinámica, que no es rival pequeño contra el que luchar, pero también sé que tan sólo soy un pequeño peón en el gran tablero de ajedrez universal, y que no estoy solo.



Los humanos no podemos ver el gran plan, porque nuestros cerebros son demasiado pequeños y limitados para comprender, e incluso para concebir, la grandiosidad de El Orden, pero sí podemos tener flashes, rapidísimos obturadores que se levantan unos instantes para permitirnos intuir algo allá afuera. Uno de estos flashes me iluminó recientemente, y quiero compartirlo con vosotros.

Cuando trabajaba en Barcelona, J era una de mis compañeros. Cuando llevábamos poco tiempo en Salzburgo, J se casó con su novia J, a cuya boda asistimos. Unos meses más tarde de empezar a escribir este blog, conocimos a una catalana que vive aquí, G. Resulta que G y J son del mismo pueblo en la provincia de Girona, e incluso que ella y la hermana pequeña de J fueron juntas a la escuela. El mundo es pequeño, diréis. Pero aún no he terminado.



Hace un par de meses entró a la empresa un nuevo compañero, G. Un fin de semana Mar y yo quedamos para tomar un café con él y su novia E, y resultó que E es amiga desde la infancia de K, que trabaja en la escuela de idiomas donde Mar da clases de español.

Hace un par de semanas volvimos a quedar con G, la catalana que fue a la escuela con la hermana de la mujer de J, y esta vez vino acompañada por su novio M. Y resultó que M se crió en el mismo pueblo de la Alta Austria en donde vivió G, mi nuevo compañero de trabajo, cuya novia es amiga de una compañera de trabajo de Mar, conociéndose las respectivas familias por ser vecinos desde hace mucho tiempo.



Así pues, tenemos una cadena de conocidos que abarca 10 personas diferentes antes de cerrarse sobre sí misma. ¿Cuál es la probabilidad de algo así? Sí, he oído hablar de eso de los seis grados de separación, y quizá también es cierto que somos realmente malos estimando la probabilidad de una coincidencia tal, pero... ¿no resulta mucho más bello imaginárselo como haberle echado un vistazo a El Orden?

jueves, 18 de octubre de 2007

Luz de otoño

A veces me pregunto cuál es mi estación favorita: el verano tiene algunas indiscutibles ventajas, me encanta oír mis pisadas sobre la nieve en invierno, y la primavera tiene la belleza de la vida recién estrenada. Pero si tuviera que escoger, me quedaría con el otoño.

Tengo una cierta tendencia a ponerme melancólico de vez en cuando, y cuando la Naturaleza muestra su cara más gris, siento una especie de extraña satisfacción interna al sentirme así, porque la melancolía parece que acompaña más en el frío y lluvioso noviembre que en el brillante y soleado mayo. Supongo que es mi carácter el que me lleva a escoger el otoño.

Pero hay otra razón, en realidad dos. En primer lugar, los árboles visten los más increíbles colores en otoño. Podría pasarme horas disfrutando de la sinfonía visual tocada por el bosque año tras año. En segundo lugar, estos colores tan especiales disponen del mejor foco de luz del año: un Sol aún brillante cuya luz cae en un ángulo bajo. Y esta combinación, queridos lectores, es el sueño del fotógrafo aficionado.



Se dice que los mejores momentos del día para la fotografía son el alba y la puesta de sol. Y hay una razón para ello: cuando el Sol está muy alto en el cielo, la luz tan sólo atraviesa una delgada capa de atmósfera antes de llegar hasta nosotros, y es demasiado intensa, produce feas sombras duras y quema nuestros sujetos. Contrariamente, cuando el Sol está más bajo, la luz debe atravesar más atmósfera, y adquiere en este viaje un maravilloso tono rojo cálido. Esto sucede después del alba y antes de la puesta de sol.



El problema del alba y la puesta de sol es que la luz es también mucho más débil que a mediodía, y uno debe pillar realmente el momento justo. La luz de otoño es como la luz de después de amanecer, porque cae en un ángulo bajo, pero aún tiene la fuerza suficiente para iluminarlo todo con un cálido tono que es un gozo capturar en una foto. Incluso diría que el color del cielo es distinto en otoño. Como si fuera aún más azul, más intenso que nunca.



Me encanta la luz de otoño...

jueves, 11 de octubre de 2007

El misterioso poder de la Red

Desde siempre me ha fascinado lo deprisa que los crecimientos exponenciales sobrepasan nuestras intuiciones. Imaginemos que una cierta bacteria se reproduce una vez cada hora, y que comenzamos con una sola bacteria en un bote. Imaginemos que pasado un día, observamos que las bacterias llenan exactamente la mitad del bote. Nuestra intuición nos diría que hay que esperar otro día para que las bacterias llenen el bote completamente, pero en realidad sólo deberemos esperar una hora para que eso suceda. O, aún más increíble, tan solo hace falta doblar una hoja de papel 50 veces sobre sí misma para llegar hasta la Luna.

Una de las propiedades de una red es la bella manera en que saca partido de este hecho. Cada vez que añadimos un nodo nuevo a una red, el número total de conexiones crece exponencialmente. Si tomamos este número como medida del valor de la red, podemos decir que la red aumenta exponencialmente su valor conforme añadimos nuevos nodos. Si el valor de mi conexión depende del valor de la red, es suficiente que me conecte y espere a que otros hagan lo mismo. Tener el único teléfono del mundo nos serviría de bien poco. Pero, ¿y lo útil que es un teléfono hoy en día? La conexión en red hace la diferencia.



Internet es, seguramente, la mayor red creada por la raza humana. Cuando empecé a escribir este blog, me preguntaba cómo conseguiría algún lector porque, ¿cómo iba alguien a encontrarme? Pero sucedió. Al principio miraba los puntitos rojos en el mapa intentando adivinar quién se escondía detrás, y cómo había llegado hasta Und komisch spricht das Murmeltier. Luego empecé a dejar comentarios aquí y allá, luego alguien se pasó por aquí, y otros le siguieron, y más tarde le gusté a alguien y me puso en su lista de enlaces, y así comenzó todo. El crecimiento exponencial inició su despliegue lentamente pero sin vuelta atrás.

Lo más importante aquí es el factor humano. Porque son personas las que se sientan tras las pantallas, sois vosotros quien aporta vida al sistema. Cuando se lee un blog, se tiene la oportunidad de echar un vistazo a través de pequeñas ventanas que personas de corazón generoso deciden abrir a los demás.

He sido lo suficientemente afortunado para conocer a un par de "colegas" de blog, y creo que es una experiencia más que interesante. Porque ya has leído tanto sobre su vida que los conoces un poco. Y las palabras que escriben te hacen sentir de una determinada manera. Cuando los conoces en persona, puede ser que tengas la sensación de estar conociendo a alguien nuevo, porque no sabías de qué color tiene los ojos o puedes sorprenderte de cómo suena su voz, pero la forma en que te sientes al estar con ella es exactamente la forma en que te sientes al leerla. Si disfrutas leyendo a alguien, también vas a disfrutar conversando con él. No deja de sorprenderme cuánto de nosotros mismos dejamos en nuestros blogs. Y también cuánto dicen nuestros blogs acerca de nosotros.



Me gusta la Red. Porque me permite conocer, sea en persona o no, a gente extraordinaria, que me hace reír, pensar, con las que puedo ver a través de sus ojos incluso aquello que me parece ya tan normal que ni siquiera le presto atención.

Me gusta la Red porque la siento como si fuera un organismo vivo. Me gusta la Red porque pone en nuestras manos el increíble poder del crecimiento exponencial.

martes, 2 de octubre de 2007

Ardillas

Siempre me han gustado las palabras. El lenguaje es uno de esos grandes inventos, una de las revoluciones tras las cuales no hay vuelta atrás. La raza humana estaba seguramente destinada a ser inteligente, pero fue a partir que empezamos a hablar, a podernos comunicar los unos con los otros, que finalmente nos despertamos de nuestro largo sueño, con la antorcha del lenguaje en la mano, iluminando con la luz del conocimiento la fría y oscura noche.

Me gustan las palabras. Pero algunas más que otras. En la mayoría de los casos no sabría decir el porqué. Porque suenan bien, o son divertidas. O porque me recuerdan a algo agradable. O porque me traen recuerdos. A veces es simplemente porque son, de algún modo, redondas. Y en ocasiones, porque son perfectas.

He decidido añadir un nuevo tema a mi blog, palabras favoritas, en el que iré comentando, de vez en cuando, palabras y expresiones que me gustan. No prometo regularidad, porque las palabras vienen y se van, pero sí prometo compartirlas con vosotros cada vez que se me ocurra alguna.

Hoy tengo una expresión en alemán que dice: Mühsam ernährt sich das Eichhörnchen.



Que significa, literalmente, "La ardilla se alimenta trabajosamente", y es una Redewendung (un dicho) que viene a significar algo así como "poquito a poquito puede conseguirse mucho", o lo que en catalán diríamos "De mica en mica s'omple la pica" ("Gota a gota se llena la tinaja", en traducción libre).

Me gusta la palabra Eichhörnchen (ardilla) porque es un diminutivo y porque me recuerda a Einhorn (unicornio), aunque no tiene nada que ver con ella. Y me gusta la palabra mühsam, cuando significa "trabajosamente" pero no cuando significa "arduo, difícil". Pero sobre todo me encanta la fuerza visual de esta expresión, porque mühsam describe exactamente la forma como una ardilla se come los frutos secos que se le ofrecen en, por ejemplo, los jardines de Schönbrunn, en Viena.