lunes, 20 de abril de 2009

Caprichosa naturaleza

A veces la naturaleza nos sorprende con escenarios que parecen salidos de una película de terror, como por ejemplo este árbol, que se está vengando de los que le clavaron una señal de tráfico, poco a poco pero sin pausa...

Revenge

Otro de estos escenarios, no tan terrorífico pero no por ello menos sorprendente, está en el camino al lado del río por el que voy cada tarde de mi oficina a la parada del autobús. A la vera hay una hilera de arces. El año pasado me di cuenta que sobre uno de ellos, sin tener muy claro cómo, crece un saúco. Lo vi porque las flores del saúco son inconfundibles, en pinta y en olor. "Qué raro", pensé, "¿cómo habrá ido a parar este saúco ahí arriba?"

Elder on maple tree 02

Estos días vengo observando el arce del saúco, y me he dado cuenta de algo interesante: Así como los demás arces de la hilera ya tienen gran cantidad de hojas, verdes y bien formadas, el que sirve de base al saúco apenas si empieza a lanzar los primeros brotecillos, mientras que el saúco no sólo tiene todas sus hojas en ristre, sino que también está empezando a echar flores.

Elder on maple tree 01 Maple tree without elder
Aquí puede verse la diferencia entre el arce del saúco (izquierda) y uno normal (derecha). El segundo tiene muchísimas más hojas, mientras que en el primero el único que tiene hojas es el saúco.

Es decir, el saúco en cuestión es, en toda regla, un parásito del arce. Uno jamás es demasiado mayor como para dejar de sorprenderse...

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