Sobre Goldberg, Tureck y Gould
No suelo escuchar música en la oficina, pero estos primeros días del 2010, al estar escribiendo un artículo, necesitaba aislarme un poco de las conversaciones, en vivo y telefónicas, de mis compañeros. Al principio comencé escuchando jazz pero uno de estos días Mar me dijo que estando en la biblioteca había visto un CD con las Variaciones Goldberg de J. S. Bach y que lo había cogido para escucharlo en casa. Y yo pensé: "Bach, ¡qué gran idea!", puesto que soy de la opinión que pocas músicas hay más indicadas para concentrarse que el contrapunto barroco. Así que, ni corto ni perezoso, busqué algún vídeo en internet con las Variaciones Goldberg, y así fue como me topé por primera vez con Glenn Gould...
Las Variaciones Goldberg (BWV 988)(*) para teclado fueron publicadas en 1741 y toman su nombre del virtuoso clavecinista Johannes Gottlieb Goldberg que fue, seguramente, su primer intérprete. La obra consta de un aria, 30 variaciones y una repetición del aria inicial. A continuación la delicada sutileza del aria y algo más abajo la polifónica brillantez de la primera variación.
Goldberg Variations - Aria
El intérprete de estas dos grabaciones es Glenn Gould, pianista canadiense al que muchos consideran el mejor pianista clásico del siglo XX, y uno de los más grandes intérpretes de la obra de J. S. Bach. Gould fue todo un personaje. Nació, vivió y murió en Toronto entre 1932 y 1982. Tenía una forma peculiarísima de tocar el piano, desde muy abajo, de forma que sus ojos quedaban tan sólo unos pocos centímetros por encima del teclado, para lo cual utilizó durante toda su vida una silla especial, construida por su padre. Gould movía sus brazos y su cuerpo exageradamente al tocar, balanceando su torso casi siempre en el sentido de las agujas del reloj. También tenía la costumbre de canturrear todo lo que estaba tocando, algo que dio más de un quebradero de cabeza a los ingenieros de grabación durante sus numerosas sesiones de estudio. De hecho, se le puede escuchar perfectamente en muchas de sus grabaciones.
Gould rehuía el contacto físico con otras personas, y siempre vestía abrigo, bufanda y guantes, independientemente del tiempo, del lugar y de la estación del año. Antes de comenzar a tocar en el estudio sumergía las manos y los antebrazos durante 20 minutos en agua muy caliente. Apenas si dio conciertos, puesto que los consideraba una especie de pista de deportes, más centrada en la competitividad que en la calidad de la interpretación. Gould siempre prefirió el control y la intimidad del estudio de grabación.
Goldberg Variations - Variatio 1.
Gould poseía una velocidad y una técnica impresionantes, que le permitían prescindir a menudo de técnicas convencionales, como el pedal de sostenido, y articular de forma precisa el complejo entretejido polifónico de las obras de Bach. Gould era capaz de tocar a velocidades de vértigo y, aún así, mantener la claridad y la distinción de cada nota. A pesar que su repertorio cubría a todos los grandes compositores, Gould jamás ocultó su rechazo hacia compositores románticos como Liszt o Chopin, e incluso encontraba una intolerable superficialidad teatral en el Mozart más tardío.
Glenn Gould fue una figura excepcional en el panorama del piano clásico (**). La única influencia que aceptó públicamente haber recibido de otros intérpretes contemporáneos fue la de la pianista americana Rosalyn Tureck, nacida en Chicago en 1914 y fallecida en Nueva York en 2003. Rosalyn Tureck es, en muchos sentidos, la gran dama de la música para teclado de J. S. Bach. De hecho, hay quien considera que Tureck fue injustamente eclipsada por Glenn Gould, en especial en lo que a grabaciones se refiere. Curiosamente, la versión que Mar cogió de la biblioteca de las Variaciones Goldberg fue la séptima y última grabación de esta obra ejecutada por Rosalyn Tureck en el año 1998. Se dice que al final de sus interpretaciones de Bach el público quedaba inmóvil, fascinado, sin siquiera poder aplaudir, porque de algún modo entendían que algo extraordinario acababa de ocurrir sobre el escenario. (En este documental corto sobre la influencia de Tureck en la guitarrista minesota Sharon Isbin puede verse a lo que me refiero, hacia el minuto 7:30, aunque vale la pena verlo entero)
Escuchando las Variaciones Goldberg de Rosalyn Tureck y de Glenn Gould me propuse volver a tocar el piano, o al menos, tocarlo más a menudo, aunque va a ser difícil de cumplir, porque estoy en ese nivel horrible en el que todo lo que puedo tocar es bastante aburrido y lo que me gustaría tocar está aún muy fuera de mi liga. Un autodidacta necesita una gran fuerza de voluntad, y yo ya no tengo la que tenía a los 15 años, cuando de forma similar comencé a tocar la guitarra. Además, mi incapacidad para leer de un pentagrama, en especialmente en clave de fa, no es que ayude precisamente. De todos modos, he aquí mi versión de los propósitos de Año Nuevo.
Me ha gustado conocer a estos dos intérpretes, sobre todo porque ambos sentían predilección por la música barroca, en especial la de J. S. Bach. Hay algo en la textura polifónica usual en aquella época, de la que Bach fue sin duda el más grande de los compositores, con lo que asocio una especie de vuelta a los orígenes, desnuda de las ornamentaciones superficiales y del virtuosismo por el virtuosismo de épocas más recientes. Hay algo en el contrapunto barroco que me atrae fuertemente, pocas músicas me llegan tan adentro como la de Bach. Y creo que, en el fondo, se trata de la simplicidad, como la del mecanismo de una bicicleta o de una lente de focal fija.
Viendo tocar a Glenn Gould siento una gran ternura, en especial en sus últimas grabaciones. Ahí, pequeño, sentado en su silla de toda la vida, ya gastada por los 40 años de uso, casi escondido tras el piano, delicado, vulnerable. Y entonces, luego de dibujar algunos arcos en el aire con la mano, comienza a tocar, y extrae unos sonidos bellísimos del piano. Incluso su canturreo me parece simpático y en modo alguno molesto: a veces parece que la música clásica es algo maravilloso, que está en un pedestal y que hay que tratar con reverencia, y Gould nos demuestra que no es así, y nos acerca a algo que algunos han utilizado para marcar diferencias de forma que todos podemos tomar parte de ello.
Aquí dejo el vídeo de las Variaciones Goldberg en la interpretación de Glenn Gould de 1981, la única pieza de todo su repertorio que grabó dos veces, la primera en 1955.
(*) BWV 988 se refiere al número de catálogo de las obras de J. S. Bach. Ahora que sé alemán por fin puedo recordar que las iniciales BWV significan Bach-Werke-Verzeichnis, es decir, "catálogo de las obras de Bach". Para las obras de Mozart existe algo parecido, el Köchel-Verzeichnis, compilado en 1862 por un tal Ludwig Ritter von Köchel, del cual surgen las denominaciones K.1 hasta K.626.
(**) Una grabación de Glenn Gould del Preludio y Fuga en do mayor número 1, BWV 870, del libro 2 de "El clavecín bien templado", de J. S. Bach, fue incluido en el famoso disco de oro de la sonda Voyager 1, que en la actualidad se está acercando al espacio interestelar y es el objeto creado por la mano del hombre más alejado de nuestro planeta.
5 comentarios:
Sólo conocía las variaciones Goldberg en su versión para clavecín, y me resultaban demasiado estridentes... Al piano es una obra preciosa. Un post muy interesante, Toni, cuánto se aprende en tu blog :)
Ka, es verdad, el clavecín es bastante más arduo: uno se acaba cansando de la falta de expresión, de que todas las notas suenen siempre igual de fuerte.
¡Me alegro que se aprendan cosas de mi blog! A veces me dan esta especie de urgencias por profundizar en algún tema y tengo la necesidad de compartirlo... :)
Por cierto, dato curioso: Rosalyn Tureck comenzó siendo muy fascista con Bach y lo interpretaba exclusivamente en el clavecín (en tiempos de Bach los pianos aún no estaban muy en boga), pero más tarde (¡afortunadamente!) volvió al piano.
¡Un abrazo!
T.
Gould me parece un pobre autista que encontró refugio en la música y un único amigo en su piano. Es triste. Me ha gustado mucho la interpretación de Tureck en el documental corto. Pero no estoy de acuerdo con la opinión, a mí me parece que en la partitura había un 'gran silencio' al final, cuando acabó, aplaudieron.
arc, no estoy tan seguro que fuera un pobre autista, más bien me parece que tenía problemas para comunicarse con la gente siguiendo las vías más comunes. Te recomiendo que escuches "Solitude Trilogy" (http://en.wikipedia.org/wiki/Solitude_Trilogy), una especie de monólogos en forma de contrapunto radiofónico que produjo Gould en los años 60-70.
Respecto al largo silencio al final de la repetición del Aria, bueno, la partitura no lo indica, pero tal vez Rosalyn Tureck y todo el auditorio de la Ópera de San Petersburgo tenían una versión alternativa... ;)
¡Gracias por comentar!
T.
Tienes razón Gould no parece para nada un autista, al contrario, incluso parece un tipo atractivo con habilidades sociales. Tal vez el egocentrismo exagerado comparta rasgos con el autismo. (Ahora me dirás que tampoco era egocéntrico? ;)
http://www.youtube.com/watch?v=DhKWTVTl5Y4
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