viernes, 30 de octubre de 2009

Rayo caprichoso

Strahl

domingo, 11 de octubre de 2009

Die wilde Geschichte vom Wassertrinker (*)

Este post debería haberse titulado el círculo virtuoso del agua, pero en el momento clave me acordé del primer libro en alemán que intenté leer, hace algo más de cinco años, y que he de admitir que me superó.

Llegué a leer dos capítulos de "Die wilde Geschichte vom Wassertrinker", de John Irving, pero cuando pasas más rato buscando palabras en el diccionario que leyendo el libro, terminas dándote por vencido. Es posible que ahora, con la perspectiva de los 5 años aquí, teniendo ya a mis espaldas vallas bastante más altas (Thomas Bernhard, Robert Walser, Erwin Schrödinger, ...), me anime a leerlo, porque tiene buena pinta, me encanta John Irving, y además el libro no es mío. Y aunque probablemente mi amigo K ya haya olvidado que lo tengo yo, así tenemos una excusa para vernos algún día, pronto, para devolvérselo... :)

De lo que quería hablar es de la interesante cadena de consecuencias beneficiosas que tiene el simple hecho de beber agua a menudo. De todos son conocidos los círculos viciosos, pero no hay que olvidar que también existen los llamados círculos virtuosos, una especie de bucles que, cuando se ponen en marcha, se mantienen estables produciendo todo tipo de efectos positivos.

Partamos de la base que es recomendable beber como mínimo 2 litros de agua diarios. Si yo quiero seguir esta recomendación en un día normal en la oficina, digamos que me propongo beber 2 litros de agua fuera de almuerzo y cena, para cumplir con el mínimo fuera de las comidas. Si estoy 8 horas en la oficina, y las matemáticas no me fallan, debo beber 1/4 de litro cada hora. Es decir, he de intentar beber 1 vaso de agua cada media hora.

Die wilde Geschichte vom Wassertrinker

Vamos a ver la cadena de efectos positivos que se pone en marcha al beber ese vaso de agua:

(i) bebemos (más de) 2 litros de agua al día, con todos los beneficios para la salud que ello conlleva

(ii) debemos levantarme de la silla como mínimo dos veces cada hora, para ir a la cocina a llenar el vaso, con lo cual los músculos se desentumecen y los ojos pueden descansar un rato de mirar la pantalla del ordenador (cuando gran parte de nuestra jornada laboral la pasamos frente a un monitor es recomendable enfocar la mirada a un punto lejano de vez en cuando)

(iii) una de las consecuencias más palpables del medio litro de agua por hora es que la frecuencia de visitas al servicio aumenta de forma considerable. Con ello nos aseguramos de hacer trabajar nuestros riñones y vejiga de forma adecuada.

(iv) las muchas visitas al servicio tienen, como en (ii), el mismo efecto positivo para nuestra musculatura y nuestros ojos que las visitas a la cocina

(v) después de ir al servicio, por supuesto, nos lavamos las manos y, si lo hacemos a conciencia, ganamos un importante factor de prevención contra resfriados y gripes. Que, en estos tiempos que corren, no es moco de pavo.

(vi) por último, en un tipo de trabajo como el mío, en el que a menudo debes intentar "subir un poco" para ver los problema desde arriba, en el que muchas veces hay que tener una idea feliz en el momento oportuno para hacerlo todo más fácil (o, simplemente, tratable), cambiar de actividad física (ir a buscar el vaso de agua o estar en el WC) resulta muy útil para, de forma inconsciente, reorganizar los pensamientos y volver a tu lugar sabiendo cuál es el siguiente paso.

Fred Trumper, el protagonista de Die wilde Geschichte vom Wassertrinker, debía beber grandes cantidades de agua a causa de un tracto uro-genital anormalmente angosto.

En mi caso, se trata simplemente de poner en funcionamiento este círculo virtuoso, que se inicia con el simple hecho de beber un vaso de agua.

(*) lit. "la salvaje historia del bebedor de agua", aunque en español el libro se titula "La epopeya del bebedor de agua"