Marcos
En una de mis escenas favoritas de "El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey" los cuatro hobbits están tomando una pinta en la Posada del Dragón Verde. Mientras escuchan las fanfarronadas de Ted Arenas comparten una mirada de comprensión y una sonrisa triste. Ellos, que han liberado la Tierra Media del Caos y la Oscuridad de Sauron, no sólo tienen que aguantar al fulano, sino que no pueden hablar con nadie sobre lo ocurrido, puesto que nadie iba a entenderlo. Se sienten, al igual que los veteranos o los supervivientes de una guerra, distintos, extraños y terriblemente solos. La vida y las gentes de la Comarca no habían cambiado en lo más mínimo, pero ellos sí habían cambiado. Lo que siempre habían tenido por "normal" había dejado de serlo.
La penúltima vez que estuvimos en España sentimos, por primera vez, algo que creo que debe ser bastante común entre la comunidad de expatriados. Todo nos parecía extraño, poco familiar, desconocido. Nos costaba entender lo que hacía la gente. No sentíamos, en suma, un poco "extranjeros". ¿Por qué hablan todos tan alto? ¿Qué hacen? ¿Cómo aguantan esta música tan estridente en todas partes? Todo ello hechos en las que jamás reparamos cuando vivíamos ahí. Porque eran "normales". Pero ya no lo son.
Después de dos o tres días dejamos de sentirnos así, tan solo necesitamos un pequeño "reajuste". Pero la experiencia me hizo darme cuenta de lo mucho que dependemos de nuestras referencias, de nuestros marcos, y de lo poco conscientes que somos de ello.
Lo que consideramos "normal" es algo tan increíblemente frágil, tan dependiente de nuestras experiencias más recientes, que cambia constantemente y apenas si nos damos cuenta. Nuestros marcos están continuamente evolucionando y no nos enteramos. Es por eso que palabras como "normal", "sentido común", "lógico" o "por supuesto", o argumentaciones que se basan en ellas, pueden ser peligrosas. Porque mis marcos no son necesariamente los mismos que los tuyos, tal vez ni siquiera se parecen. Y es mejor que no nos refiramos a un supuesto marco común que, en la práctica, no tiene por qué existir.
Para terminar, un poco de música. La suite "Estaciones Porteñas", del compositor argentino Ástor Piazzolla, está formada por cuatro movimientos, uno para cada una de las estaciones, como una especie de contrapunto a "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi en clave de tango. Como éstas, cada uno de los tangos evoca a su correspondiente estación. Para mí, "Verano Porteño" es un tango vital y vibrante como una tormenta de nieve, mientras que "Invierno Porteño" está dominado por una melodía lánguida que me recuerda a las horas interminables de una tarde calurosa. ¿Sólo es por culpa de mis marcos de referencia que me parece que los títulos no cuadran con la música? ¿O será tal vez un guiño de Piazzolla desde el Sur a las estaciones en el hemisferio norte?
Pero voy a callarme ahora para dejar hablar al bandoneón del Gran Ástor.