martes, 26 de junio de 2007

In & out: la importancia del aspecto

La televisión en Austria es muy aburrida. Tal vez se deba a que nuestro piso está situado de forma un tanto difícil respecto al repetidor. La custión es que sólo vemos 3 canales, y ninguno de ellos vale la pena. Sólo encendemos el televisor para ver algunas series (Anatomía de Grey, Oliver's Twist, y algún que otro documental de la BBC). El resto es tan aburrido que bien puede ser una de las razones por las que estás leyendo este blog :)

Uno de los programas que miramos de vez en cuando es Bauer sucht Frau (granjero busca esposa). Es lo que llaman un docu-soap (una especie de reality en el que la acción no transcurre en directo sino que está editada con la voz en off de un narrador) en el cual participa un grupo de granjeros. A cada uno se le presentan dos mujeres dispuestas a ayudarle con los trabajos de la granja y a ganarse su corazón. Las mujeres pasan una semana en la granja, y al final el granjero debe escoger a una.

Aparte de las muchas situaciones divertidas que se dan, hay algo que nos chocó desde el principio. Una de las primeras cosas que llaman la atención al explorar el campo en Austria es que las casas y granjas están muy cuidadas: hay flores perfectamente dispuestas en todos los balcones, los jardines són preciosos, con sus enanitos y su césped siempre recién cortado, todo está impecable, incluso los gatos que salen de caza cuando va cayendo la tarde. La casa está preparada en todo momento para una recepción con la Reina de Inglaterra.



Las casas que aparecen en Bauer sucht Frau no son ninguna excepción a esta norma, pero gracias a la reality-TV, esta vez podemos asomarnos al interior. Y... ¡vaya contraste! La mayoría de las habitaciones son desangeladas, pobres, enormes: un armario, una cama, y nada más. Ni un cuadro, ni una estantería, nada. He visto cuarteles más acogedores.

Sí, soy consciente que este tipo de casas suelen ser muy grandes, y que no siempre es posible ni necesario amueblar todas y cada una de las habitaciones. Pero, ¿quién dice que haya que amueblarlas todas? Si la casa es tan grande, bueno, pues se amueblan un par de habitaciones y el resto no se utilizan. La cosa me parece más bien una característica intrínseca de los austríacos (creo que últimamente hay muchas cosas que me parecen característica intrínsecas de los austríacos...). Lo que importa de verdad es el aspecto que tiene mi casa. Qué pinta tiene desde fuera. Qué les parece a la gente que pasa por delante. A los vecinos. ¿El interior? No, eso no es tan importante.

¿Qué importancia tienen las apariencias para los austríacos? Generalizando, yo diría que mucha. Tomemos Salzburgo como ejemplo. En Salzburgo todo gira en torno a las apariencias. No pasa semana sin que aparezcan cartas al director en la edición local del periódico quejándose sobre la última obra de arte moderno que afea la Ciudad Vieja (Altstadt) o sobre lo inapropiado y maligno que es permitir un concierto al aire libre en pleno corazón del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por cierto, una vez vi una camiseta muy divertida por Salzburgo con la palabra KulturERBsenzähler, que es un juego de palabras entre Kulturerbe (lugar patrimonio de la Humanidad) y Erbsenzähler (literalmente, "contador de guisantes", dícese del que es algo corto de miras y pobre de espíritu). A veces nos parece que vivimos en un decorado. Todo está limpio, ordenado y reluciente. No parece una ciudad en la que la gente viva, más bien una ciudad de esas de tome-Vd.-la-foto-desde-aquí.



Pero lo que ocurre con la ciudad igualmente es válido para sus habitantes. La gente parece muy preocupada por su aspecto. No solamente por la ropa de Dolce & Gabbana o las gigantescas gafas de sol de Chanel que puedan verse (cuánto más grandes sean la D y la G, mejor! voy a tener que escribir sobre esto algún día...), no sólo es eso, sino la forma cómo la gente está en pie, la forma cómo se sientan en una cafetería, la forma en cómo te miran en el autobús... no están relajados, ¡están constantemente posando! Hemos estado en Berlín un par de veces, y nos encantó la forma despreocupada en que la gente se sienta en los bares y terrazas. Parecen relajados porque lo están, porque su aspecto les importa exactamente un huevo de pato. Creo que esto es algo que echamos de menos de Barcelona. De hecho, nos dimos cuenta de muchas cosas que echamos de menos de Barcelona cuando dejamos Berlín.



La gente en Salzburgo no parece relajada. Si estás demasiado preocupado por lo que aparentas no puedes relajarte. La gente de aquí se preocupan demasiado por su apariencia. El clímax de los eventos-mírame es el Festival de Salzburgo. Miembros de la jet-set local e internacional se dejan caer por aquí para escuchar ópera, presuntamente, y para dejarse ver, a efectos prácticos. En actuaciones especialmente importantes, en que la presencia de famosos está asegurada, la gente se amontona a las puertas de la Ópera, vestidos de punta en blanco, para intentar ver a Carolina de Mónaco. Algunas de las óperas y conciertos del festival se pueden ver (en diferido, claro) en una pantalla gigante en la Kapitelplatz. Si vas ahí a escuchar la música, no estás yendo a la ópera, simplemente vas a escuchar música a una pantalla gigante. De todos modos, mucha gente se presenta ahí vestidos como si estuvieran de público al otro lado de la pantalla.



No creo que el aspecto sea tan importante. Por lo menos, no tan importante como para no permitirte sentarte tranquilamente en una terraza a disfrutar de una mélange.

sábado, 23 de junio de 2007

A través de la ventana

Tengo pendiente otro meme. Mar no sólo me nominó para el meme de las 8 cosas sobre mí, sino también para el meme de lo que se ve desde la ventana de mi oficina.

Trabajo en Hallein, que es un pueblo que está a unos 20km al sur de Salzburgo. La empresa para la que trabajo es bastante pequeña (somos 6 personas) y está en una casa de dos plantas hacia las afueras del pueblo. Yo trabajo en la planta baja, en lo que antiguamente era el garaje donde guardaban los camiones de una empresa de transportes.



Desde la ventana más grande de nuestra sala vemos el jardín del vecino, según el ángulo la chimenea de una fábrica de papel y, muy a lo lejos, algunas cumbres de las Tennengebirge. Las montañas no se ven en esta foto porque intenté que el marco de la ventana no quedara muy oscuro. El fondo está quemado, lo sé. Prometo intentar hacer una foto más buena.

Mi lugar favorito en la oficina está en una sala que hay en la parte trasera. Ahí tenemos un ordenador de reserva en el que se ejecutan algunos tests automáticos y tareas rutinarias de mantenimiento. Me gusta cuando tengo que hacer algo en ese ordenador porque las faldas de la Dürrnberg están ahí mismo, y la ventana parece un cuadro con píceas y abetos. Y también me gusta porque puede echarle una ojeada a nuestro pequeño manzano, que está en el patio trasero.



Debería nominar a más gente para hacer este meme. Pero, una vez más, lo dejaré a la libre elección de cada cual. Si lees esto, te parece divertido y quieres hacerlo tú también, ¡pues adelante! ¡Llévate la cámara al curro y sigue el meme!

* * * * EDITADO el 5 de julio * * * *

Edito para poner otra foto desde otra ventana. Ésta está en la segunda planta, donde tuve mi puesto de trabajo durante mis cinco primeros meses en la empresa. Me gustaba más esta vista, la verdad.

martes, 19 de junio de 2007

Fahren Sie uns bitte zur Farystrasse: in memoriam


(Fotos obtenidas de la web de El Periódico de Catalunya)

Hoy ha muerto El Fary.

Desde aquí quiero ofrecer mi humilde homenaje a este icono de la canción española contando una pequeña historia que hace un tiempo llegó a mis oídos y que siempre me produce una sonrisa.

Ese español que vive en Ingolstadt, Alemania. Admirador del Fary donde los haya.
Que cada vez que se sube a un taxi para volver a casa después de salir de fiesta, con el semblante muy serio le indica al taxista: "Por favor, a la calle del Fary" ("Fahren Sie uns bitte zur Farystrasse").
Ese taxista que no le entiende.
"Que sí, que sí, a la calle del Fary". El taxista que sigue sin entender.
Ese español que le dice "¿Cómo? ¿Pero no conoce usted al Fary?".
El teutón sacando mosqueado la guía de calles de Ingolstadt.
Ese español que arranca a cantar "El Toro Guapo" mientras el taxista señala vehementemente el vacío entre Fanderlstrasse y Fauststrasse en la lista alfabética de calles.

Maestro, jamás te olvidaremos.

sábado, 16 de junio de 2007

8 cosas sobre mí

He recibido mi primer meme!

Un meme es algo así como una "tarea" que los bloggers se envían unos a otros. No estoy seguro si Richard Dawkins estará muy de acuerdo con este uso de la palabra "meme". Hace algún tiempo leí el libro El gen egoísta (The Selfish Gene) y, si mal no recuerdo, fue ahí dónde utilizó por primera vez esta palabreja para referirse a una especie de paralelo a los genes. Un meme es una unidad de información que pasa rápidamente de persona en persona. Por ejemplo, la típica canción del verano pegadiza que no puedes dejar de cantar es un meme.

Sea como sea, Mar me ha nominado para un meme que consiste en explicar 8 cosas sobre mí que la gente no sepa. En fin, pues allá van:

(i) Soy matemático pero soy muy malo con los números. En serio, mi capacidad de cálculo mental es comparable a la de una pera. La gente siempre cree que lo digo en broma ("Sí, claro... ¡Pero si tú eres matemático! ¡Ja, ja, ja!") pero es la vergonzosa realidad.

(ii) No puedo soportar un cuadro torcido o cuando el tirante de un sujetador o de un top está retorcido. En el primer caso, tengo que poner el cuadro bien. El segundo no siempre resulta tan fácil de arreglar...



(iii) Debo realizar algunos pequeños rituales porque si no el día no me va bien: utilizar una cucharilla y una taza en concreto para el desayuno, sentarme al lado derecho del bus, cruzar una calle por un sitio en concreto, etc.

(iv) Nunca me han gustado los dulces ni los caramelos. El chocolate, las tartas y los pasteles no me dan ni frío ni calor. Hay quien dice que tengo mucha suerte por ello. También me he dado cuenta que el hecho que no me guste el dulce explica la mayoría de los platos y alimentos que no me gustan. Por cierto, puedo comerme las verduras y legumbres más chungas, siempre y cuando vayan acompañadas de arroz.



(v) Los iconos en mi escritorio de Windows siguen una organización clara y precisa, y me enfado mucho si alguien clica accidentalmente en "Organización automática". Siempre cierro los programas mediante el menú Archivo -> Cerrar, y nunca lo hago con la X de arriba a la derecha. Los programas que sólo pueden cerrarse con esa X me ponen muy nervioso.

(vi) Me dedico a criar cactus saguaro. Un amigo mío me trajo semillas de saguaro de Arizona y las sembré. Unos 20 salieron, algunos sobrevivieron, otros no. Al mudarnos a Austria algunos saguaros vinieron con nosotros, el resto los regalé a familia y amigos para que los cuidaran. El saguaro es la especie de cactus de crecimiento más lento. Los míos tienen ahora 5 años y miden unos 5 centímetros. En 30 años deberían empezar a florecer, y dentro de 50-70 años sacaran sus primeros brazos.



(vii) Soy un gran fan de El Señor de los Anillos, pero nunca conseguí leer los tres libros enteros. La Comunidad del Anillo estuvo bien, con Las Dos Torres me empecé a perder y aburrir, y leí El Retorno del Rey saltándome largos pasajes (páginas y capítulos enteros) hasta llegar al final. Me convertí en fan algo más tarde, gracias a una Enciclopedia de Tolkien. Pero nunca he leído los tres libros enteros.

(viii) Estoy intentando aprender a tocar el piano en plan autodidacta desde hace unos 4 años. A pesar de que los avances no son espectaculares, estoy convencido que puedo conseguirlo... ¡si encontrara la fuerza de voluntad para tocar media horita cada día!



Pues eso es todo. Dicen las reglas del juego que debo pasarle el meme a 8 personas, pero me parece que no conozco a tantos bloggers aún. O sea, que si estás leyendo esto y te parece divertido, ¡pues hazlo tú también! Y déjame un comentario aquí, así sabré que hay alguien al otro lado...

Gesundheit!

martes, 12 de junio de 2007

¿De qué va esto?

Hace un par de semanas empecé a escribir un blog. La idea es contar cosas que me llaman la atención, reflexiones varias, historietas, etc. Una de las decisiones que tomé fue escribirlo en inglés. En parte porque desde que hablo alemán apenas si practico el inglés, y tengo miedo de dejarlo oxidar en exceso. Pero también (¿por qué negarlo?) porque me hace ilusión que amigos míos de aquí, de Austria, puedan leerlo.

Pero también hay personas cercanas a mí que quiero que puedan leer lo que escribo y que no entienden el inglés. Para ellas puse al principio un link al traductor automático del google, pero los resultados (aunque hilarantes) dejan mucho que desear, llegándose a perder completamente el sentido. Además, después de cinco posts en murmeltierjahre me estoy dando cuenta que el lenguaje fluye mucho mejor si escribo en alguna de mis lenguas maternas.

En definitiva, que voy a intentar mantener los dos blogs, "Die Murmeltierjahre im Land des Frühschoppens" (en inglés) y "Und komisch spricht das Murmeltier" (en español, aunque tal vez alguna entrada sea en catalán), publicando sobre los mismos temas, aunque no creo que siempre sean una traducción directa el uno del otro. Voy a dejar que ambos evolucionen y encuentren su lugar. A ver qué pasa.

Publicaré los posts anteriores con las fechas originales de aparición en murmeltierjahre. Por eso este post no es el primero, aunque suena como si lo fuera.

Para terminar, el porqué del título. La marmota es un icono importante de nuestra vida en Salzburgo. La película "El día de la marmota" se llamó en alemán "Und täglich grüßt das Murmeltier" ("Y a diario saluda la marmota"). "Und komisch spricht das Murmeltier" significa, literalmente, "y la marmota habla raro". Porque, a partir de ahora, también habla español.

sábado, 9 de junio de 2007

¡Recuperemos el formato vertical!

Me gusta la fotografía. No hace mucho tiempo, unos 3 o 4 años, pero desde entonces me descubro a menudo mirando las cosas a través de la lente de una cámara fotográfica, a veces una de verdad, normalmente la de mi imaginación. Diría que me ajusto al perfil de lo que ahora se llama un prosumer, algo menos que un profesional, algo más que un usuario normal (professional + consumer). Por cierto que esta palabra me parece bien estúpida.

Mi interés por la fotografía empezó con mi primera cámara digital. Al principio, igual que mucha gente, hacía millones de fotos, sin preocuparme mucho de los resultados. ¡Siempre puedes borrar si no sale bien! Mi problema es que no lo hacía. Terminé con miles de álbumes aburridísimos, doscientas fotos mínimo en cada uno, para una excursión de medio día al pueblo de al lado.

Con el tiempo fui leyendo artículos y libros, y especialmente observé muchas fotos buenas, y el tema acabó por convertirse en una de mis pasiones. Ahora siempre intento pensar en la regla de los tercios y en la profundidad de campo antes de disparar. Y vivir en un país tan maravillosamente fotogénico como Austria es una gozada.



Además de convertirme en un fotógrafo aficionado, la fotografía digital también ha tenido otro efecto secundario. La mayoría de la gente ya no imprime copias en papel fotográfico. Las fotos se ven en la pantalla del ordenador o en el televisor. Y los televisores suelen tener lo que se llama formato apaisado u horizontal, es decir, la anchura es mayor que la altura. Pero cuando se coloca la cámara verticalmente y se dispara, la altura es mayor que la anchura, y tenemos lo que se llama formato alto o vertical. Cuando se tiene la foto impresa en papel esto no es ningún problema: se gira el papel 90º al mirar la foto y ya está. Pero girar la pantalla del ordenador o el televisor puede no ser tan sencillo (¡aunque algunos monitores lo permiten! ¡mooola!). Cuando una fotografía vertical se visualiza en una pantalla horizontal se pierde un montón de espacio a ambos lados.

Me he encontrado con bastante gente que parece no poder vivir con este espacio perdido, y que tiran absolutamente todas las fotos en formato horizontal. Lamentablemente uno de ellos es mi propio padre, también fotógrafo aficionado en sus tiempos. ¡Rechazo enérgicamente esta práctica! Creo que hay fotos que son verticales, y al hacerlas en formato horizontal se les está haciendo daño.




Si se tira una foto vertical en formato horizontal por no perder todo ese espacio a los lados al mirar la foto en pantalla, en fin... estoy seguro que se va a terminar teniendo demasiado en la foto. Una de las cosas que he aprendido es que, en fotografía, menos tiende a ser más. Cuantas menos cosas aparezcan en la foto, más interesantes van a resultar. Y al contrario, cuantos más objetos haya, más vamos a perder la atención del espectador.




Por supuesto, al igual que algunas fotos son verticales, otras fotos son horizontales. No tengo nada en contra de las fotos horizontales. Cada uno de los formatos evoca distintos sentimientos. Una fotografía horizontal tiende a transmitirnos paz y tranquilidad. Una fotografía vertical puede transmitir elevación y espiritualidad. Hay quien dice que la línea horizontal pertenece a la Naturaleza mientras que la línea vertical pertenece a la Humanidad.

Para acabar, un consejo. La próxima vez que vayas a tirar una foto, pregúntate algunas cosas antes de disparar (empezando por ¿qué quieres fotografiar?), intenta mirar a través del visor como si estuvieras viendo la copia en papel y, por supuesto, no tengas miedo de colocar la cámara en posición vertical si el corazón te lo pide.

lunes, 4 de junio de 2007

Katholischesland Spanien: el ansia de calificativos

Un sábado por la mañana estábamos en el Grünmarkt ("mercado verde") de Salzburgo y vimos unas peras muy hermosas en una de las paradas. Tenían una pinta tan apetitosa que decidimos comprar un par y comérnoslas ahí mismo. Nos acercamos al tipo de la parada y le pedimos (en alemán): "Dos peras, por favor". Y el tipo nos contestó, con bastantes malos modos: "¿Dos qué? ¿Dos piezas? ¿Dos kilos? ¿Dos cajas?". Además de seguir nuestro procedimiento estándar de no volver más a los sitios donde son bordes con nosotros, la cosa me hizo pensar.

No solamente vine a Austria con todos mis prejuicios personales, sino que también empecé muy pronto a encontrarme con los numerosos prejuicios austríacos. Uno de mis favoritos es: "¡Oh! ¡Sois de la Sagrada España! ¿Ahí sois muy religiosos, verdad?". Normalmente las palabras exactas son Katholischesland Spanien ("España, país católico"). En fin, tal vez se deba a que las ciudades españolas en las que he vivido no son especialmente pías, o tal vez la zona en la que vivimos aquí es muy devota (se dice que una quinta parte de los salzburgueses van a misa cada domingo, eso son 30.000 de 150.000...), pero yo creo que (la parte de) Austria (que conozco) es muuucho más religiosa que (la parte de) España (que conozco). Pero este es otro tema al cual voy a dedicar otro post algún día.



Este preámbulo intenta proporcionar algunos ejemplos de lo que yo llamo el ansia de calificativos del idioma alemán. Si lees algo sobre Mallorca en el periódico, se van a referir a ella invariablemente como Ferieninsel Mallorca ("Mallorca, isla de vacaciones"), aunque la noticia no tenga nada que ver con las vacaciones. Cuando el verano pasado se derrumbó un puente en construcción en la autopista cerca de Almuñécar, la tele hablaba de Urlaubsort Almuñécar ("Almuñécar, lugar de vacaciones"). Uno recibe la impresión que no hay otro negocio que el turismo en Mallorca. ¿Es que no hay pescadores o mujeres policía en Almuñécar? ¿Acaso la audiencia no va a entenderlo si se habla solo de Mallorca o Almuñécar, tal vez con una referencia a la situación geográfica, sin necesidad de calificativos?

Esta característica tan interesante no se limita, ni mucho menos, a lugares en el extranjero, sino que también ocurre con las propias ciudades en Austria y Alemania. Se conocen con el nombre de Namenszusätze ("afijos nominales") y transforman Salzburgo en Mozart- und Festspielstadt Salzburg ("Salzburgo, ciudad de Mozart y de los Festivales") o Hannover en Messe- und Expostadt Hannover ("Hannover, ciudad de ferias y exposiciones"). No se deja ninguna sorpresa para el visitante: todo lo que se puede descubrir en la ciudad en cuestión se anuncia ruidosamente en grandes vallas publicitarias incluso antes de enfilar la salida de la autopista.

Creo que la grosera demanda de precisión del tipo de la frutería era simplemente otra muestra del ansia de calificativos. Cuando hablas alemán tienes que decir las cosas de forma precisa. No puedes decir die Großglocknerstraße ("la carretera del Großglockner", la carretera de montaña más alta de Europa) porque tal vez no te van a entender. Hay que decir su nombre completo: die Großglockner Hochalpenstraße ("la alta carretera alpina del Großglockner").


Un mar de nubes visto desde la Großglockner Hochalpenstraße

En mi opinión, este ansia de calificativos de la lengua está relacionado con otro interesante rasgo que hemos observado en alguna gente aquí: el ansia por clasificar. Todo debe ser analizado, juzgado, etiquetado y clasificado. Si eres español, tienes que ser apasionado, gracioso y el terror de las nenas. Si eres ruso, probablemente tengas tendencias depresivas y abuses del vodka. Si eres británico llegas puntual a todas partes, bebes cerveza tibia y seguramente te pones algo violento con el fútbol. Y así con todo... Creo que aquí hay muchos más clichés de este tipo que en España. O, por lo menos, me sorprende la cantidad de ellos con los que uno se topa.

Y la cuestión es: ¿Hablamos como hablamos por la forma en que pensamos? ¿O pensamos como pensamos por la forma en que hablamos?